sábado, septiembre 23, 2006

Memez cósmica

Salgo del Kursaal con mi mejor sonrisa, mi pelo despeinado, mi acreditación, mi mochila con Marisa Paredes disparando a un espejo y mi camiseta de Smonka. Todo ello me hace un blanco perfecto para las cámaras y una chica se acerca, muy amable, a preguntarme si he visto "la película del perro y la chica" y qué me ha parecido. Me esfuerzo por parecer un tipo educado y contesto ante la cámara poco más o menos lo que ya he escrito aquí.

Cuando termino mi erudita exposición, la chica pregunta: "¿Se la recomendarías a Ana Botella?". Sí, amigos, exactamente ese es el papel del cine en la sociedad española. Mi respuesta fue adecuada y gentil: "No lo sé, no la conozco", lo cual, por otra parte, es verdad.

Cuatro horas después. La ingenua confianza en el género humano. Mi hermano dice "no todo el mundo es malo" y es una gran verdad. Sobre todo lo que está claro es que no todo el mundo es peor que tú y el infierno, desde luego, no son los otros. O no sólo. Esperar que la crítica no aplaudiera, que pataleara incluso al final de "Children of men", película futu-catastrofista ambientada en Londres, 2028, con el Ejército en las calles y Occidente derrumbado por el terrorismo y la infertilidad.

¿Relación entre el terrorismo y la infertilidad? Corrupción, supongo. El mensaje viene a ser: "Occidente cavó su propia tumba". Referencias a Irak, las Azores y Bush.

Todo eso podría valer, quiero decir, no tendría demasiada importancia si detrás hubiera algo. Quien haya visto "28 días después" y le haya gustado, que vaya a verla, le parecerá aún mejor. Un apocalipsis constante en el que sólo destaca Clive Owen y porque es una debilidad personal. El advenimiento de un nuevo Mesías "inmigrante ilegal" al mundo para redimirlo en medio de una guerra de todos contra todos no merece muchos más comentarios.

La crítica aplaudió y salió satisfecha. Lo mismo había hecho en Venecia, y eso que ahí no conocen a Ana Botella.