Supongo que mi ausencia de sentimiento religioso y, sobre todo, mi no adscripción a ninguna de las grandes (ni pequeñas) religiones del planeta, hacen que me tome con mucha distancia los comentarios que hacen sus líderes.
Salvo cuando son amenazas, claro.
Desde que yo tengo uso de razón, que no es demasiado tiempo, las amenazas siempre han venido del mismo lado, las excusas y disculpas del otro. Será así mientras unos tengan el poder y los otros no.
Que Benedicto XVI, o la Iglesia Católica en general, no representa ahora mismo poder ni amenaza alguna en el mundo se ve en la fiereza con la que todo el mundo ha saltado sobre él. Nadie se lanza así contra alguien, en rigor, poderoso. No en un mundo tan cobarde.
Si lo que ha dicho es correcto o acertado, es algo que, como no católico, no me incumbe. Si alguien ha tenido la tentación de sentirse ultrajado, es algo a lo que sin duda tiene derecho, siempre que éste, a su vez, reconozca a los demás ese derecho y unos cuantos más.
Como quiera que éste es, más bien, un blog periodístico, lo que realmente me llama la atención es la lucha, la batalla, la guerra semántica que se produce entre medios de un lado y del otro de la esfera política, así como entre los partidos que representan por algo tan estúpido como si "el Papa se excusa por sus palabras" o "el Papa lamenta la reacción que han causado sus palabras".
Podemos estar de acuerdo en que, efectivamente, no significan lo mismo, pero, ¿lo importante no es precisamente: 1) que lo lamenta 2) que, una vez más, la parte amenazante ha sido otra 3) que, con todo, ese lamento/excusa ha sido bien recibido y parece haber bastado a la parte ultrajada y la parte afín a la parte ultrajada?
¿Es necesario buscarse tantos problemas todo el rato?
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
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Hace 14 horas