Que UPyD tenga grupo parlamentario me parece buena noticia. ¡No me lo va a parecer si les voté en las pasadas elecciones! Ni siquiera me escandaliza que tengan que formarlo por la puerta de atrás con un pacto fugaz con el partido de Álvarez-Cascos, siempre que se cumpla la legalidad. Si es el único resquicio posible, está bien, que lo hagan. ¿Supone una contradicción con lo que dijo Rosa Díez respecto a IU-ERC-BNG en 2008? Sí, sin duda. ¿Se podría asumir esa contradicción y explicarla? También.
El problema es el discurso autocomplaciente de UPyD, que desde luego no es nada nuevo. Ellos mismos centraron su campaña en el “cada voto cuenta”, dejando claro al electorado que el objetivo, más allá del número concreto de escaños que consiguieran, era llegar al 5% del total nacional. ¿Es justo que un partido con el 4,7% de los votos no tenga grupo y uno con el 1,3% sí lo tenga? Bueno, no lo parece, pero mientras la provincia sea la circunscripción electoral y el reglamento del Congreso exija cumplir una serie de normas, la cuestión no es de justicia moral sino de ley.
Insisto, UPyD lo sabía, por eso el 5% estaba en boca de todos sus candidatos.
El resultado fue el que fue, es decir, que no llegaron. Eso es perder unas elecciones. A mí me puede fastidiar más o menos porque, insisto, les voté, y porque Rosa Díez me parece una excelente política con un mensaje más que interesante y lleno de sentido común, más allá de lo que digan los medios, siempre obsesionados con el “conmigo o contra mí”. En cualquier caso, su objetivo era el que era y no lo consiguieron.
A partir de ahí puedes tomar distintas decisiones. Una, la más coherente, es decir: “Señores, nosotros dijimos que nos ateníamos a la norma del 5% para formar grupo, hemos considerado en el pasado una chapuza los pactos de conveniencia al respecto, así que nos vamos al mixto”. Otra, la más pragmática, ceñirse al reglamento y caer en la tentación de los pactos puntuales, que al final es lo que han hecho.
Las dos me parecen correctas. No creo que un partido político tenga que ser un ejemplo estoico de moralidad. Con la legalidad, como ciudadano, me basta.
Lo que no puedes hacer es elegir una opción que a ti te parece dudosa y echarle la culpa a los demás, que es exactamente lo que ha hecho UPyD. El rollo de “Nosotros somos buenos y cuando somos malos es porque no nos dejáis más remedio”. A ver, de entrada, pactar con otro partido, insisto, no tiene nada de malo. Segundo, si tú consideras que eso es una chapuza y que tu electorado no lo va a entender, no lo hagas. No tiene sentido que al final la culpa de que tú pactes con el Foro Asturias para conseguir tu grupo parlamentario sea del PP o del PSOE o de IU.
El enorme José Antonio Montano decía recientemente que su voto para Rosa Díez se basaba en que “tenía los mismos defectos que los demás políticos pero al menos tenía algunas virtudes”. Puedo coincidir. Los discursos de Díez en el Congreso suelen ser impecables, su programa es sensato e inteligente, sus resultados electorales han sido muy buenos. De acuerdo. ¿Podría servir esto para acabar con esa especie de “El infierno son los otros” que rezuma en el seno del partido?
Todos los demás lo hacen mal, todo el rato. Ellos lo harían mejor. Incluso cuando los demás aciertan, ellos ya lo habían propuesto antes. Eso ha sido así durante cuatro años y es preocupante, porque el nivel de autocrítica no parece muy alto y la autocrítica en política es muy necesaria. Empieza la legislatura y lo que tenemos es un “y tú más” dirigido a los demás partidos, especialmente a los que han hecho pactos semejantes en otros momentos.
Uno no vota a UPyD para que su justificación sea “es que ellos más” o “es que ellos lo hicieron antes” o “es que ellos no nos quieren como nos merecemos”. Eso ya lo había oído. Uno vota a UPyD para que tome decisiones y las defienda con argumentos. Que se olvide del “ellos” y nos hable de “nosotros”. Si esto era lo mejor que podían hacer, que lo digan. Insistir en que todo es culpa del PP, del reglamento, de las leyes, de los dioses… resulta de un nivel político muy bajo e inesperado.
Artículo publicado en el diario "El Imparcial" dentro de la sección "La zona sucia"