jueves, diciembre 08, 2011

La previa del Real Madrid-Barcelona


Hay veces que uno habla con madridistas y parece que hiciera diez años que no ganan una liga. Mantienen esa visión del triunfo sobre el Barcelona como si fuera algo heroico, inaudito, tan convencidos que han asimilado el discurso por el cual el Barça no solo es un gran equipo de fútbol sino algo así como el poseedor de todas las virtudes del mundo concentradas en un campo de juego.

Obviamente, eso es ridículo. El mérito del Barcelona en los últimos tres años es inmenso y no se explica con árbitros, calendarios, dopajes y demás excusas baratas. Por otro lado, que ese mérito esté ahí no implica que su superioridad vaya a mantenerse por los siglos de los siglos o que el equipo de Mourinho esté a años luz del de Guardiola. El Madrid siempre ha sido un gran equipo, un enorme equipo. Con Schuster batió en su momento el récord de puntos de la liga, con Juande consiguió 52 de 54 posibles, con Pellegrini llegó a un total de 96 y ya con Mourinho erigido en salvador ganó una Copa del Rey y volvió a superar los 90 puntos en liga.

La diferencia entre Real Madrid y Barcelona ha estado en matices muy pequeños, resueltos casi siempre en los partidos entre ellos. Ahí sí es cierto que la superioridad barcelonista ha sido meridiana. Desde que llegó Guardiola al banquillo azulgrana, el Madrid no ha sido capaz de ganar ni un solo partido a 90 minutos… y eso después de jugar once veces parece un muro infranqueable.

No tendría por qué serlo. El Madrid, insisto, tiene una enorme plantilla, la más cara que el dinero puede comprar, tiene a uno de los mejores entrenadores del mundo –el mejor, si preguntamos a sus socios- y un presidente alabado incesantemente, al que se le ha comparado con Santiago Bernabéu. Me niego a pensar que haga falta un milagro para que un equipo así gane un partido de fútbol ante cualquier rival.

Probablemente, Guardiola piense igual que yo.

Con todo, ese discurso victimista parece estar dando réditos a medio plazo: convencidos de que la victoria depende de la heroicidad y de que el mundo opera maquiavélicamente en su contra, los jugadores del Madrid han empezado la temporada dispuestos a ser héroes. En catorce jornadas se han dejado cinco puntos. Las cifras hablan por sí mismas. El Barcelona, que suma ya dos títulos, irá pronto a por el tercero y ha tenido un comienzo de liga con una sola derrota en 15 partidos queda, pese a todo, a tres puntos, y eso con un partido más jugado.

En Madrid hay hambre en cada partido. En Barcelona, no. Nada que reprochar, le ha pasado a todos los equipos a lo largo de la historia.

Hasta aquí ha quedado claro por qué el Madrid puede ganar el sábado. Otra cosa es que lo vaya a hacer. Si yo supiera eso, amigos, no estaría escribiendo en una revista sino apostando como loco. El referente para los dos equipos será el partido de ida de la Supercopa de agosto. Si el Madrid vuelve al trivote y a buscar la contra, puede tener problemas. Si sale con todo, presionando arriba y amenazando continuamente la portería de Valdés, los problemas cambiarán de bando.

Aquel partido del Bernabéu debe servirle a Mourinho de referente táctico igual que la ida de la Champions le debió servir de lección: aquello fue un despliegue de complejos desde el minuto uno, cabreo de Cristiano Ronaldo incluido. En agosto, no. En agosto, durante minutos, pareció que el Madrid no solo iba a ganar sino a golear. Que el marcador acabara empatado a dos fue anecdótico. Guardiola sabe que si se repite un partido así, con 15 tiros del rival por 2 propios, el empate es muy improbable.

¿Qué puede hacer para cambiar esa inercia? Muy sencillo y a la vez muy complicado: mover más rápido el balón. En aquel infame partido, Guardiola salió con Mascherano y Abidal de centrales más Keita de pivote organizador junto a la escasa ayuda de un aún tímido Thiago. No cuenten con un once así el próximo sábado. Salvo revolución de última hora, el Barcelona recuperará a Piqué, Busquets y Xavi y con ellos la posibilidad de saltar la primera línea de presión madridista. A partir de ahí, el Madrid decae un poco. En su intensidad está su éxito y aunque la presencia de Ramos en el eje de la defensa ha mejorado al equipo, sigue recibiendo goles impropios, siendo con mucho la parte más floja de la plantilla.

El Barcelona debe intentar llevar ahí el balón, el juego… Por supuesto, las contras de Cristiano, Di María, Benzemá, Ozil o cualquiera de los enormes jugadores que ponga Mourinho en el campo serán una amenaza, pero no es partido para mirar atrás. Si Arbeloa y Marcelo ocupan los laterales, el Barça debe atacar por ahí continuamente y obligar a las ayudas de los interiores, esa será su mejor defensa. Yo creo que Guardiola apostará por su 4-3-3 clásico, en ningún caso un 3-4-3 salvo que el partido vaya realmente mal. La clave estará en saber si entre los tres puntas habrá dos extremos clásicos a elegir entre Alexis, Pedro y Cuenca o si apostará por más medio del campo y llegada sorpresa con Iniesta, Cesc y Villa rodeando a Messi.

Puede incluso que al final toda esta palabrería se resuma en ese nombre: Messi. No sería la primera vez ni será la última.

Es el momento de demostrar que el Barça es el campeón. El escenario es inmejorable y la situación, casi desesperada. Incluso un empate equivaldría a no depender de uno mismo cuando aún quedan 23 jornadas por disputarse. Esa es una losa dura de levantar. La derrota, para mí al menos, sentencia la liga. La única hipótesis que le cabe manejar al Barcelona es la de la victoria. Un triunfo reafirmaría su época dorada, destrozaría anímicamente al Madrid y reforzaría esa idea falsa de ser un equipo imbatible. No lo es. Otra cosa es que pierda muy pocas veces, pero por grandes que sean los molinos, nunca son gigantes.

La victoria dependerá del balón. Si el Barça lo maneja en campo contrario, las contras serán más previsibles y fáciles de desactivar por su rápida defensa de cuatro. Si no consigue moverlo con fluidez o lo entrega de primeras al Madrid con balonazos como ocurrió en agosto, el equipo está condenado a sufrir embestidas continuas de jugadores que, sencillamente, son demasiado buenos. Esto es un topicazo pero es verdad: ganará el que más crea en sí mismo y en sus opciones.

A juzgar por el inicio de campeonato, ese debería ser el Real Madrid. Si nos ceñimos a los enfrentamientos de los últimos años, debería ser el Barcelona. El sábado a las doce saldremos todos de dudas.


Artículo publicado originalmente en la revista Fiebre de Fútbol.