Partido complicado el del nuevo líder en campo del colista.
Pese a que el Sporting fue el primer rival español al que Guardiola ganó en
partido oficial (aquel 1-6 de septiembre de 2008, tras la derrota en Soria y el
empate ante el Rácing), lo cierto es que desde entonces siempre le ha dado
muchísimos problemas. La pasada temporada, apenas pudo ganar 1-0 en el Camp Nou
y empatar en El Molinón un partido que empezó perdiendo.
Quizá recordando aquella arrolladora puesta en acción del
Sporting, el Barcelona quiso tomar el mando desde el principio y lo hizo con
una nueva vuelta de tuerca en el sistema: ni 4-3-3 ni 3-4-3 sino más bien un
3-3-4, con Abidal, Mascherano y Alves cerrando, Busquets, Xavi y Thiago en el
medio, aunque el hispanobrasileño muy echado a la banda izquierda y luego
cuatro hombres arriba: Adriano y Villa pegados a las bandas y Pedro y Messi
apareciendo por todas las zonas de la delantera.
El experimento tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Las
mejores se vieron en los primeros minutos: desconcertado ante la ubicación de
su rival, el Sporting optó por encerrarse y fue una opción nefasta: jugando
siempre en tres cuartos del campo local, la jugada de peligro estaba siempre a
punto de cocinarse y fue Adriano, tras rechace de un tiro al palo de Xavi, el
encargado de hacer el 0-1 en el minuto 11 de partido, lo que hacía apuntar a
una nueva cómoda goleada blaugrana.
No fue así ni mucho menos. El Sporting hizo de la necesidad
virtud y adelantó sus líneas unos cuantos metros, incomodando muchísimo la
construcción del juego azulgrana. Es cierto que el árbitro fue en ocasiones
permisivo con las entradas de los rojiblancos pero no es menos cierto que el
empeño de estos a la hora de luchar cada balón hasta el agotamiento fue más que
loable. La salida natural de la pelota llegaba por la izquierda, con un excelso
Thiago. Eso descompuso algo el ataque visitante, pues Thiago necesitaba de los
apoyos de Pedro y Villa y rara vez los encontró.
El asturiano volvió a tener una de esas actuaciones
desquiciantes en las que cae en fuera de juego casi en cada jugada, aun sin
presión y teniendo tiempo para colocarse sin arriesgar medio metro por detrás
de la defensa. Nada. Villa negaba esa opción y Pedro estuvo descolocado todo el
partido hasta que por fin le cambiaron. Su encargo era hacer de Cesc y se demostró
que no todo vale ni siquiera en el Barcelona. El canario es un excelente
extremo para trazar diagonales, pertinaz en la presión y con una relación
directísima con el gol… pero no es un creador de juego.
En cuanto lo vio el Sporting, aprovechó para convertir el
ataque azulgrana en un embudo al que solo daban sentido Adriano cuando el balón
llegaba a la derecha y Xavi, brillante y ordenado como siempre. Messi pareció
algo ausente cuando no entraba en contacto con la pelota y demasiado ansioso
cuando conducía, empeñado en la jugada imposible o el pase antológico,
generalmente a un Villa de nuevo en fuera de juego.
La segunda mitad fue una versión aumentada de la primera. El
Sporting no se rindió y mantuvo la presión como si no hubiera un mañana. No
creó demasiado peligro, salvo cuando el Barcelona se empeñaba en sacar el balón
con una suficiencia muy poco apropiada a la situación del partido. Los cuarenta
y cinco minutos se vivieron en un estado de tensión constante que no favoreció
el juego: ni el Sporting dejaba llegar al Barcelona, ni el Barcelona se fiaba
de las contras del Sporting.
Fue un período muy trabado, con muchísimas faltas, algunas
de una violencia exagerada, y desde luego al equipo de Guardiola se le vio algo
más que incómodo. Su producción ofensiva se redujo a Messi, como en los peores
días y solo la entrada de Keita, un centrocampista más, que liberó a Thiago de
la banda, hizo que al menos los minutos finales no fueran agobiantes ni el
Sporting pudiera lanzar su última andanada.
No sería justo tampoco borrar del análisis la situación
actual de la plantilla azulgrana. Desde luego, el Barcelona lo pasó mal en
Gijón, pero tampoco podemos pedir a un equipo que juega sin Cesc, Iniesta,
Alexis, Afellay, Soriano o Puyol que se pasee por la liga como si nada. Abidal
también se sumó a la lista con la enésima lesión muscular a veinte minutos del
final. Faltó frescura y talento. La gran suerte que tiene el Barça es que ahora
vienen dos semanas de descanso que les vendrán muy bien para oxigenarse y
recuperar jugadores. A la vuelta, el calendario tampoco parece muy agresivo:
Rácing y Sevilla en casa, Granada fuera, y dos partidos ante el Victoria Pilsen
en Champions.
Supongo que el plan ahora mismo es sobrevivir y pasar esta
plaga lo mejor posible: de momento, líderes en la liga, líderes en Europa y con
dos títulos en el bolsillo, el Barcelona probablemente haya excedido las
expectativas de su técnico en cuanto a resultados. El juego sigue siendo
irregular, especialmente fuera de casa. Es lógico en una plantilla corta con
tantas lesiones y un partido cada tres días. En un par de meses veremos
exactamente dónde se ubica este Barcelona con respecto al de las pasadas
temporadas y sobre todo con respecto a su máximo rival, el Real Madrid.