domingo, octubre 02, 2011

Sporting 0 -Barcelona 1



Partido complicado el del nuevo líder en campo del colista. Pese a que el Sporting fue el primer rival español al que Guardiola ganó en partido oficial (aquel 1-6 de septiembre de 2008, tras la derrota en Soria y el empate ante el Rácing), lo cierto es que desde entonces siempre le ha dado muchísimos problemas. La pasada temporada, apenas pudo ganar 1-0 en el Camp Nou y empatar en El Molinón un partido que empezó perdiendo.

Quizá recordando aquella arrolladora puesta en acción del Sporting, el Barcelona quiso tomar el mando desde el principio y lo hizo con una nueva vuelta de tuerca en el sistema: ni 4-3-3 ni 3-4-3 sino más bien un 3-3-4, con Abidal, Mascherano y Alves cerrando, Busquets, Xavi y Thiago en el medio, aunque el hispanobrasileño muy echado a la banda izquierda y luego cuatro hombres arriba: Adriano y Villa pegados a las bandas y Pedro y Messi apareciendo por todas las zonas de la delantera.

El experimento tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Las mejores se vieron en los primeros minutos: desconcertado ante la ubicación de su rival, el Sporting optó por encerrarse y fue una opción nefasta: jugando siempre en tres cuartos del campo local, la jugada de peligro estaba siempre a punto de cocinarse y fue Adriano, tras rechace de un tiro al palo de Xavi, el encargado de hacer el 0-1 en el minuto 11 de partido, lo que hacía apuntar a una nueva cómoda goleada blaugrana.

No fue así ni mucho menos. El Sporting hizo de la necesidad virtud y adelantó sus líneas unos cuantos metros, incomodando muchísimo la construcción del juego azulgrana. Es cierto que el árbitro fue en ocasiones permisivo con las entradas de los rojiblancos pero no es menos cierto que el empeño de estos a la hora de luchar cada balón hasta el agotamiento fue más que loable. La salida natural de la pelota llegaba por la izquierda, con un excelso Thiago. Eso descompuso algo el ataque visitante, pues Thiago necesitaba de los apoyos de Pedro y Villa y rara vez los encontró.

El asturiano volvió a tener una de esas actuaciones desquiciantes en las que cae en fuera de juego casi en cada jugada, aun sin presión y teniendo tiempo para colocarse sin arriesgar medio metro por detrás de la defensa. Nada. Villa negaba esa opción y Pedro estuvo descolocado todo el partido hasta que por fin le cambiaron. Su encargo era hacer de Cesc y se demostró que no todo vale ni siquiera en el Barcelona. El canario es un excelente extremo para trazar diagonales, pertinaz en la presión y con una relación directísima con el gol… pero no es un creador de juego.

En cuanto lo vio el Sporting, aprovechó para convertir el ataque azulgrana en un embudo al que solo daban sentido Adriano cuando el balón llegaba a la derecha y Xavi, brillante y ordenado como siempre. Messi pareció algo ausente cuando no entraba en contacto con la pelota y demasiado ansioso cuando conducía, empeñado en la jugada imposible o el pase antológico, generalmente a un Villa de nuevo en fuera de juego.

La segunda mitad fue una versión aumentada de la primera. El Sporting no se rindió y mantuvo la presión como si no hubiera un mañana. No creó demasiado peligro, salvo cuando el Barcelona se empeñaba en sacar el balón con una suficiencia muy poco apropiada a la situación del partido. Los cuarenta y cinco minutos se vivieron en un estado de tensión constante que no favoreció el juego: ni el Sporting dejaba llegar al Barcelona, ni el Barcelona se fiaba de las contras del Sporting.

Fue un período muy trabado, con muchísimas faltas, algunas de una violencia exagerada, y desde luego al equipo de Guardiola se le vio algo más que incómodo. Su producción ofensiva se redujo a Messi, como en los peores días y solo la entrada de Keita, un centrocampista más, que liberó a Thiago de la banda, hizo que al menos los minutos finales no fueran agobiantes ni el Sporting pudiera lanzar su última andanada.

No sería justo tampoco borrar del análisis la situación actual de la plantilla azulgrana. Desde luego, el Barcelona lo pasó mal en Gijón, pero tampoco podemos pedir a un equipo que juega sin Cesc, Iniesta, Alexis, Afellay, Soriano o Puyol que se pasee por la liga como si nada. Abidal también se sumó a la lista con la enésima lesión muscular a veinte minutos del final. Faltó frescura y talento. La gran suerte que tiene el Barça es que ahora vienen dos semanas de descanso que les vendrán muy bien para oxigenarse y recuperar jugadores. A la vuelta, el calendario tampoco parece muy agresivo: Rácing y Sevilla en casa, Granada fuera, y dos partidos ante el Victoria Pilsen en Champions.

Supongo que el plan ahora mismo es sobrevivir y pasar esta plaga lo mejor posible: de momento, líderes en la liga, líderes en Europa y con dos títulos en el bolsillo, el Barcelona probablemente haya excedido las expectativas de su técnico en cuanto a resultados. El juego sigue siendo irregular, especialmente fuera de casa. Es lógico en una plantilla corta con tantas lesiones y un partido cada tres días. En un par de meses veremos exactamente dónde se ubica este Barcelona con respecto al de las pasadas temporadas y sobre todo con respecto a su máximo rival, el Real Madrid.