sábado, octubre 15, 2011

Barcelona 3- Racing de Santander 0



Hay algo en Iniesta que le hace especial y es precisamente la normalidad, el juego en el milímetro. Hay algo de eso también en Messi, con la diferencia de que el argentino nos tiene más acostumbrados a las grandes arrancadas. Iniesta es la mezcla perfecta entre aceleración y dominio del cuerpo y el instante. Una centésima más tarde y el balón lo recupera el contrario. Pero esa centésima no llega jamás y para cuando el defensor mete la pierna, el de Fuentealbilla ya está protegiendo la pelota o pasándosela a un compañero.

La victoria del Barcelona no se entiende sin Iniesta. Probablemente, sin él hubiera ganado igual porque esta es una liga de dos le pese a quien le pese y los tropiezos van a ser escasísimos y siempre fuera de casa. Desde que se habló de una liga abierta, Real Madrid y Barcelona han encadenado seis triunfos seguidos y 23 goles a favor entre los dos. Imagínense si llega a estar cerrada. El caso es que Iniesta estuvo y llevó por completo el control del partido en sus botas y ahí se acabó toda opción para el sueño cántabro.

Ni siquiera la lesión de Piqué, llamado a sacar el balón conducido desde atrás el día que el Barcelona volvía a su habitual 4-3-3 por primera vez en liga jugando al Camp Nou, condicionó el juego de los de Guardiola. El central se retiró en el minuto 8 tras la enésima lesión muscular y solo tres minutos más tarde ya estaba Iniesta acumulando cuatro jugadores a su alrededor para tirar un pase milimétrico a Messi, que consigue marcharse de dos defensas solo con el control, un poco a lo Ronaldo, regatear al portero a lo Romario y marcar un gol, en definitiva, marca de la casa.

El 1-0 era consecuencia de la inercia del partido. Es cierto que el Racing no perdió nunca la cara. El partido de Diop fue sobresaliente, así como algunas incursiones de Koné. Sin embargo, al equipo cántabro le faltan mimbres en ataque y eso le puede costar fácilmente la permanencia. Su calendario ha sido terrible hasta ahora –en siete jornadas ya ha jugado contra Valencia, Real Madrid y Barcelona- pero su plantilla no invita al optimismo. Puede que Serrano y Munitis obren el milagro una temporada más pero la fuga de Ali Syed y una gestión pésima desde hace años condena a los de Cúper como mínimo al sufrimiento.

Al menos, sí se puede decir que el equipo de Santander jugó con hombría y bravura, sin dejarse llevar por la goleada. Con 1-0 lucharon porque no cayera el 2-0. Con 2-0 lucharon por evitar el 3-0 y ahí consiguieron parar la sangría, cosa que no habían hecho ni Villarreal ni Osasuna ni Atlético de Madrid en las jornadas anteriores. Parte de culpa la tuvo el mal partido de Thiago y Villa y un cierto empeño de Messi en complicar las jugadas. Lo de Thiago chocó porque lleva un año formidable, siempre bajo el radar, fuera de los focos que se llevan Cesc y compañía pero aportando una serenidad y una madurez que hasta este año faltaban.

No se puede decir lo mismo de Villa, que tuvo dos oportunidades muy claras pero las desaprovechó y sobre todo volvió a estar completamente desconectado de sus compañeros, incluso cuando Guardiola le volvió a colocar en el centro de la delantera para escorar a Messi a la derecha. La jugada más significativa del estado de ansiedad del asturiano llegó en la primera parte cuando, en un contraataque con más de cuarenta metros entre él y la portería insistió en el desmarque vertical sin salirse nunca del fuera de juego. Fue un momento algo cómico: Iniesta esperando para dar el pase que dejaría a Villa en un uno contra uno y Villa dos pasos por delante de los defensores cuando no tenía prisa alguna.

La extraña relación de Villa con el fuera de juego, algo que ya a estas alturas no va a cambiar.

En fin, por ahí tiene un claro margen de mejora el Barcelona y nadie duda de que tarde o temprano, como pasó el año pasado en Wembley o este año en el Bernabéu, Villa aparecerá. Lo que no se puede negar es su facilidad para marcar en grandes partidos. Durante el resto del año sigue mostrando serias dificultades para entender los conceptos de equipo del Barça.

Sería hora ya de volver al partido pero no hay mucho más que contar: Xavi marcó un buen gol de cabeza, llegando desde atrás y saltando como los grandes delanteros. A veces uno se pregunta cuántos goles habría marcado el de Terrassa si hubiera tenido la más mínima ambición al respecto, su colocación desde segunda línea casi siempre es excelente. Por cierto, magnífico pase de Pedro y gran partido en general del canario, aún falto de chispa, pero con una consistencia y un empeño admirables. Su pase con la izquierda tras regate fue de una enorme calidad.

A partir de ahí llovieron las oportunidades: a Messi volvieron a hacerle dos penaltis y el árbitro volvió a no pitar ninguno. Una buena manera de acabar con los piscinazos, tarjetas amarillas aparte, sería enseñar a los colegiados que se puede pitar falta dentro del área aunque el futbolista no se tire. Mientras eso no sea así y se permita todo tipo de agarrones incluso con el balón controlado y encarando portería hasta que el jugador no cae al suelo, la tentación de la piscina seguirá presente.

Puyol falló un gol increíble, Abidal probó con la tijereta e Iniesta tiró al poste en una jugada memorable. El rechace fue a Messi, siempre bien colocado, que fusiló con la derecha para el 3-0. Décimo gol en liga para el argentino, que lleva 16 en lo que va de temporada, tan solo 12 partidos. Yendo más hacia atrás y según datos de Mr. Chip, el de Rosario ha marcado 103 goles en los últimos 100 partidos con el Barcelona, registros de otra época.