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"Somewhere", de Sofia Coppola
Hay algo en “Somewhere” que recuerda a “Lost in Translation” y sin duda es la decadencia. Sofía Coppola ha hecho de la decadencia, de una cierta monotonía extravagante pero triste, el tema principal de su cine y probablemente haya acertado: se maneja como nadie en ese tono y capta por completo ese mundo paralelo que se mueve alrededor de las grandes fiestas, los grandes hoteles, los grandes palacios… estrellas del cine a punto de la retirada, protagonistas en pleno apogeo, niñas que no quieren ser princesas y familias que pretenden vivir en el pasado el resto de sus días, encerrando a sus hijas en casa si es necesario para que el presente no se cuele por ninguna rendija.
“Somewhere” tiene incluso un punto Bret Easton Ellis, sobre todo cuando su joven protagonista, un actor multimillonario, estrella del cine internacional, se derrumba y se da cuenta de que hace tiempo que no sabe quién es. La persona o el personaje. Junto a él, su frágil hija, a la que pasea por hoteles de lujo y programas de televisión imposibles –aquí el guiño a Bill Murray y sus anuncios japoneses es muy evidente- no con la intención de mostrarle un mundo apetecible sino todo lo contrario: esperando que, de alguna manera, ella, con su inocencia, sea la que le redima a él. Por supuesto, cualquier cosa parecida al amor o al matrimonio queda fuera de la ecuación. No es algo que nunca haya interesado a Coppola: sus personajes son siempre solitarios que no saben manejar su soledad, hasta cierto punto inadaptados sociales con la peculiaridad de que el resto de la sociedad en el fondo quiere ser como ellos.
En esa dialéctica persona-personaje, como decía antes, se mueve el protagonista de “Somewhere”, un joven al borde del ataque de nervios, que se sabe adorado pero no entiende por qué. En el cine de Coppola hay una incomunicación constante, sea por el idioma o por el ruido. Siempre hay una frase que no podemos oír o no podemos entender y que quizá lo cambiaría todo. No sé cuánto hay de autobiográfico en sus películas: uno no puede ver a esa pobre niña que quiere una persona y no un póster como padre sin imaginar lo que tuvo que ser la propia infancia de Sofía como hija de Francis Ford. Incluso Scarlett Johansson en “Lost in translation” no era más que la solitaria acompañante de una pequeña celebridad. Esas noches eternas en hoteles de lujo, esos pasillos enormes, esas ciudades desconocidas y hostiles, las conversaciones lánguidas… son una marca de la casa y supongo que da igual si son una auto-referencia o simplemente una cuestión estética, el caso es que están ahí y ni falta ni sobra nada.
Por lo demás, estamos en lo de siempre, en el tema de nuestro tiempo: la huida. Básicamente, en todas sus películas los protagonistas quieren huir pero no saben adónde. No es la crisis, así en general, sino mi crisis. Mi escapatoria. El principio de la película, esa primera secuencia que confunde al espectador, con un coche dando vueltas en círculos en una carretera perdida lo explica a la perfección: correr muy rápido, huir muy deprisa… aunque sea para volver siempre al mismo sitio.
Hay también un parecido innegable con “I´m still here”, el falso documental de Casey Affleck y Joaquin Phoenix. Algunos planos están calcados, por ejemplo cuando el protagonista desaparece de la escena poco a poco o se sale del plano sin razón evidente, como si se extinguiera, como si quisiera marcharse sin llamar la atención, poco a poco. Sofía Coppola sabe hacer una película triste sin hacer una película tristona y eso tiene mérito. Sabe hacer una película de ricos que son pobres sin necesidad de sermones y sabe conseguir que todos sus personajes pidan ayuda sin necesidad de lagrimeos baratos ni gritos histéricos. Hay siempre un punto de psicosis educada en sus personajes. Si se fijan, en el fondo, ninguno quiere molestar.
“Somewhere” supone en cierto modo una vuelta a los orígenes: inseguridad con banda sonora de fondo. Estética decadente. Lo hace tan bien que no se le puede reprochar nada. Si se fijan, incluso “María Antonieta” era esto mismo: alguien que está donde todos los demás quieren estar pero que sólo pretende huir y rellenar huecos a base de fiestas sin sentido. Soledad. Nadie narra la soledad en nuestros días como Sofia Coppola y eso que la soledad es un tema recurrente fuera y dentro de las pantallas. El único tema, casi. Sin perspectivas de mejora.
Crítica publicada originalmente en la revista Neo2