jueves, septiembre 29, 2011

Smashing Pumpkins- Thru the eyes of Ruby



Me grababa cintas, como hacíamos todos. Algunas eran preciosas, verdaderas joyas que mezclaban bandas sonoras de Quentin Tarantino con grandes éxitos del rock-punk. Había una que empalmaba "Shimmer like a girl" de Veruca Salt con "Father to a sister in thought", de Pavement y culminaba en "Thru the eyes of Ruby", de Smashing Pumpkins. Me tumbaba en el sofá del salón y me ponía el walkman mientras intentaba relajarme e imaginaba relaciones imposibles.

Mi amor por la inocencia probablemente me viniera de antes de esa canción pero desde luego esa canción no ayudó a que desapareciera. La inocencia y la juventud. Complejo de Peter Pan: "Your strength is my weakness, your weakness, my hate... My love for you just can´t explain why are we forever frozen, forever beautiful, forever lost inside ourselves". He estado a punto de escribir que esa gente sabía a quién le cantaba, que parecía que te estaba cantando directamente a ti, pero eso es una chorrada... cualquier adolescente, de cualquier generación, piensa que las canciones están compuestas pensando en él.

Mi relación con los Smashing Pumpkins fue problemática. Nunca fui un gran fan. Nunca les vi en directo, como sí vi a Hole, Pavement, Veruca Salt, Elastica, Suede, Blur, Oasis, Manic Street Preachers, etc. Jamás les mencionaría entre los grupos que me influyeron cuando estaba en el instituto o empezaba la universidad... pero de repente, si me pongo a pensarlo, es absurdo negar que hubo demasiadas canciones importantes en mi vida justo en ese período de 1992 a 1995.

Empecemos por "Soma", canción autocompasiva donde las haya, de las de cortarse las venas... pero preciosa. "I´m all by myself, as I´ve always been", de ahí pasemos al resto del "Siamese Dream" ,con  "Cherub Rock" a la cabeza, que era la que le gustaba a los chicos de COU cuando yo estaba en tercero de BUP y siguiendo con el "Today", que era la canción optimista de la época y que prometía un montón de cosas que no llegaron jamás.

Había algo grandilocuente en los Smashing Pumpkins, algo de "big band" en una época de depresiones intimistas. Recuerdo un capítulo de Los Simpsons en el que salían como grandes representantes del sonido "Lollapaloozza". Ellos les daban las gracias a Homer por su entrega en el trabajo como hombre bala y Homer les daba las gracias a ellos por presentar a sus hijos un futuro sin expectativas. Ese era nuestro futuro.

Me cuesta escuchar ahora "Bullet with butterfly wings" y pensar que entonces no sintiera la tensión de esos cuatro minutos, dieciocho segundos. Una tensión que está en el bajo y el ritmo de la batería y en la voz de Corgan y en cada línea de la letra. La tensión de la rabia y el fracaso. Una tensión muy 15-M, si se piensa. Quizás el problema es que ahora soy más adolescente de lo que lo era entonces, aunque solo sea por mi manía de llevar la contraria. Cada frase es un estribillo, es un eslogan. "Despite all my rage, I am still just a rat in a cage", "Tell me I´m the chosen one, tell me there´s no other one...".

Crecimos con eso, los publicistas de Levi´s y de Orange crecieron con eso, y quince años después seguimos engañándonos a nosotros mismos pensando que era verdad.

En fin, rabia aparte, mi canción favorita de los Smashing -todo el mundo los llamaba así: "Los Smashing" y a mí me ponía de los nervios esa supuesta complicidad- es la de la inocencia y el amor que le mantiene a uno eternamente joven. Chorradas como pianos. Alguien dijo de mí una vez que tenía síndrome de Stendhal con las mujeres. Una chica, no recuerdo cuál, hiló más fino: "Tú sigues cumpliendo años, pero ellas siempre tienen 21", una regla que se cumple hasta el absurdo.

Yo me negué durante años a asumir que "Mellon Collie and the Infinite Sadness" era uno de los grandes discos de los 90, a pesar de su pretenciosidad de disco doble y 25-30 canciones, pero dos décadas después he de reconocerlo: es un disco impresionante: "1979", "Tonight, tonight", "Zero"... les compro casi cualquiera que me quieran vender. No sé qué ha sido de ellos después de aquello. Sería incapaz de citar una sola canción o un solo disco de Corgan y los suyos posterior a 1995.

El pasado es lo que tiene, que uno lo rehace y lo transforma a su antojo y si lo quiere dejar en una estantería cogiendo polvo, lo deja. No hay criterios para la melancolía ni la infinita tristeza.