En el deporte hay que tener dos cosas claras: el campeón
siempre es el favorito… y nadie gana todo el rato. Obviamente, ambas sentencias
son contradictorias, y en esa contradicción tendrá que vivir el Barcelona todo
el año.
Más allá de sus éxitos deportivos, el Barcelona ha
conseguido crear una narrativa que intenta explicar todo de una manera racional
y casi científica. Resulta irritante para los no barcelonistas e incluso para
muchos de los barcelonistas: una cierta superioridad moral, estética, como si
el Barcelona no ganara por juego sino por destino. El poder del bien absoluto.
Volvamos a los orígenes: las narrativas no ganan títulos;
las decisiones concretas, sí. El Barcelona se ha armado con un concepto detrás,
de acuerdo, al que ha sido fiel con menos dogmatismo del que se dice. Ese ha
sido su gran acierto: la capacidad de cambiar. Un equipo enquistado es un
equipo previsible y el Barcelona es de todo menos eso: te puede ganar de mil
maneras distintas, incluso puede empatarte en el Bernabéu sin apenas
pretemporada y tirando dos veces a puerta.
Para triunfar en 2012, el Barça tendrá que olvidarse del
mito y sufrir la realidad de los campos embarrados, las ruedas de prensa y las
portadas deleznables. El fútbol español es una guerra y lo era mucho antes de
Mourinho, de hecho Mourinho solo ha institucionalizado todas las fobias que
llevaban años apareciendo en los periódicos. De su capacidad para abstraerse de
esa especie de lucha moral y jugar al fútbol dependerá su éxito o fracaso en la
temporada.
En ningún caso se podrá hablar de un “fin de ciclo: el Barcelona tiene equipo para años, solo que a veces
ganará y a veces perderá, sin que eso tenga que ser un drama. Hay una
estructura, unos jugadores y sobre todo un entrenador que garantiza un mínimo
de competitividad y que además se resiste a demonizar o menospreciar al
enemigo. Leyendo determinada prensa uno pensaría que el Barcelona gana por
necesidad matemática y leyendo otra prensa pensaría que su único mérito es
ganarse al árbitro.
Por supuesto, ambas cosas son absurdas: lo que diferencia a un buen equipo del mejor equipo de la década es...
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