viernes, marzo 18, 2011

Medina 2012. La última secuencia


Medina es una ciudad de pastelerías. Eso no lo descubre uno hasta que no se prohibe el dulce. Una represión como otra cualquiera, por otro lado, ahora que, oficialmente, estoy completamente sano. Una ciudad de pastelerías y paseos de viernes por la tarde. Entrañable todo. Estoy aquí buscando algo parecido a la desaparición. Una desaparición acechante, por supuesto, en cualquier momento puedo aparecer en cualquier lado, pero el asunto es que sé que nadie me está esperando y desde luego eso me encanta.

Otro castigo que me impongo es el de llevar una maleta hasta arriba -incluido este portátil, incluido este "pincho" Movistar que me da la conexión- y tener que transportarla a pulso en vez de con ruedines. Mi vida sería mucho más sencilla con un trolley, pero, ¿quién quiere una vida sencilla? El Hotel La Mota y su entrañable recepcionista Nieves. No me acordaba del nombre pero sí de la cara. Ella recordaba la cara también y tenía delante el nombre en la reserva, así, que, ¿qué quieren?

Estoy guapo. Delgado y guapo, cosas de los dulces. Miro hacia atrás al salir y le pregunto: "Perdona, ¿tú cómo te llamabas?", en plan seductor, una especie de Juan Luis Galiardo muy cutre; tanto, que lo digo muy bajito y lo tengo que repetir y pierde eficacia.

Da igual. Salgo al sol de las cuatro y media de la tarde y entro en los primeros pases de cortos de las cinco. ¿Saben? Me voy a quedar aquí una semana. Es una excentricidad absoluta, lo sé: un pueblo pequeño, encantador, donde alguna gente reconoce mi cara y puedo conectarme a Internet, trabajar y ver cortos y películas todo el rato. Para algunos, esto es la definición del aburrimiento pero siempre acaba apareciendo algo, estén atentos.

El pase de las 5 es excelente. En Medina tienen la costumbre de echar todos los cortos en cuatro pases y "todos los cortos" suelen ser muchos, así que se acaba haciendo un poco agotador y el nivel es irregular. Ya conocía "Qué divertido", de Natalia Mateo, y ya me había entregado a Teo Planell. No sabía nada del excelente corto de los Esteban Alenda, "Matar a un niño", el desconcertante -en el mejor sentido- "Entrevista", de Ángela Armero y sobre todo "El último plano" de Arturo Ruiz, un cineasta descomunal que ha hecho un ejercicio de cine, que probablemente no sea apreciado por todo el mundo pero que es brutal.

Arturo Ruiz, en serio, qué talento.

Y la escena de sexo de "Ventura" funciona. Hasta ahí puedo leer sin entrar en detalles escabrosos.

¿Qué nos cabe esperar? Bueno, voy a la inauguración, que será brillante y original, luego veré la peli danesa que ha ganado el Oscar y nos iremos a la recepción oficial con vino y canapés, donde espero reencontrarme con conocidos de otros festivales que espero que anden por aquí: Jose Esteban Alenda, David Pinillos, Manuela Vellés, Roser Aguilar... Si no están hoy estarán algún otro día y tendrán que vérselas conmigo.

Pienso esperarles, agazapado.

Como buen francotirador.