Como ya habrán podido leer a estas alturas, "Cisne negro" es una película de superación personal con un aire bastante clásico en el planteamiento: joven talentosa es elegida para interpretar el papel de su carrera, pero para llegar a la perfección tendrá que descubrir cosas de sí misma que mantiene ocultas, asomarse al lado tenebroso de su subconsciente, soportar la envidia de sus compañeras, la presión descomunal de sustituir a una de las más grandes y luchar hasta la agonía y casi la locura por hallar dentro de sí lo que nadie ve fuera.
Todo esto terminado, como debe ser, con el estreno de la obra y su éxito o fracaso, dependiendo del toque que quiera darle el director, esto no lo vamos a desvelar aquí.
Para conseguir que eso no sea aburrido, hace falta una buena gestión de los tiempos y de los actores. La lucha tiene que parecer verdadera, la némesis tiene que resultar poderosa y el miedo, la presión y la angustia tienen que llegar de verdad al espectador. Darren Aronofsky lo consigue casi todo: quizá se podría haber ahorrado alguna reiteración -ya saben, la parte de toda película de este tipo en el que a la protagonista le dicen "tienes que sacar tu cisne negro" y ella no puede pero lo intenta y le vuelven a decir que lo saque y lo vuelve a intentar, es decir, la parte que sale en el trailer- y haber prolongado más la función final a ritmo de Tchaikovsky.
Supongo que es opinable.
Lo que no es opinable es el tremendo trabajo de los tres actores protagonistas: Natalie Portman está tan bien como se dice y no voy a ponerle ni una pega. Lo tengo prohibido desde 1996. Mila Kunis es un súcubo de tomo y lomo, y Vincent Cassel está sobrio e impecable, como siempre, duro y juguetón, un actor de primera clase. Súmenle a eso el morbo de ver a Winona Ryder en un papel de veterana derrumbada, la misma niña sonriente de "La edad de la inocencia" o "Sirenas" y tienen una buena carga simbólica.
Tampoco quiero que se creen unas expectativas brutales: las películas de superación, aunque tengan un punto logrado de thriller como en este caso, son lo que son: un héroe o heroína, las trampas del camino, el proceso de auto-descubrimiento... y la culminación en forma de demostración definitiva de todo lo aprendido en la hora y media anterior. Está bien actuada y bien resuelta. Sin entusiasmos.