Estos partidos me dejan muchas dudas. En serio. La cosa acaba 1-0 para el que ha atacado todo el rato y ha dominado el partido de cabo a rabo y la sensación es de aburrimiento total, por supuesto, pero me planteo: ¿Y si hubiera marcado Sinama solo ante Valdés en una de las dos oportunidades que tuvo el Zaragoza durante 90 minutos? Entonces diríamos que el partido del Barcelona fue un desastre, que defendió mal, que Milito y Piqué estuvieron muy lentos, que fue un suicidio seguir con el 3-4-3 incluso cuando los maños metieron dos puntas, que la baja de Busquets se nota mucho en el medio campo aunque Mascherano no hiciera mal partido, que en cuanto salen los suplentes el nivel baja, que la sombra del Arsenal fue demasiado alargada…
Tendría para un artículo completísimo, vaya.
Otra hipótesis: Doblas en vez de parar 10 tiros, la mayoría complicados, para 7 y además el árbitro no anula el gol presuntamente legal de Keita. Entonces el partido acaba 5-0, con doblete de Messi, estelar como siempre, grande Pedro en el desborde por la banda izquierda, hablaríamos de lo incisivo que es Alves como falso lateral, del orden que da Xavi, de cómo Bojan aprovecha sus oportunidades, que el Barcelona es un equipo de ensueño, que otra manita, así es imposible, este record, este otro…
Pero no. Ni 1-1 ni 5-0. Un 1-0 ramplón que invita a extenderse poco: creo que todo el mundo se aburrió y creo que no fue culpa del Barcelona. El Zaragoza jugó todo el partido, incluso perdiendo, con nueve jugadores detrás del balón incluyendo al portero. Salió a no ser goleado y lo consiguió a costa de acabar con el espectáculo. Al menos no se dejó meter siete, es decir, no buscó excusas y compitió. Probablemente tampoco contaba con los puntos pero en ese sentido tuvo la dignidad de no descartarlos por completo.
No le pido más al Zaragoza, sería injusto, pero tampoco le voy a pedir al Barcelona que después de ganar en Valencia el miércoles y jugarse la Champions el martes ante el Arsenal salga a dar el espectáculo que su rival le niega. Jugó al tran-tran, de acuerdo, especialmente tras el gol de Keita a pase, una vez más, de Messi, pero, ¿qué querían? El rival acumuló jugadores y el Barcelona acumuló oportunidades. Hasta 22 veces remató el Barcelona, 11 entre los tres palos. Me niego a decir que un equipo que tuvo el 80% del balón y tiró una vez cada 4 minutos jugó un mal encuentro. Sobre todo cuando su rival tuvo el 20% y tiró dos en noventa minutos.
Pero no, no fue una fiesta. Aguirre utilizó la famosa “táctica del milagro”, que consiste en meter a un montón de gente detrás y confiar en que el rival las falle absolutamente todas y casi lo consigue: fallaron todas menos una. Eso probablemente le sirva al mexicano para ser considerado un genio de la estrategia durante una semana. Que lo disfrute.