En el hotel me dan una nueva habitación porque el martes me había ido para un Fuera de Contexto fugaz y madrileño, acompañado por Teresa Soria Ruano, Antonio Ferrer y Mario Rodríguez. Estuvo divertido. Poca gente, muy poca gente, pero divertido. En fin, soy tan friki que el miércoles vuelvo a Medina. Dejé todo aquí: desde cepillo de dientes a desodorante pasando por ordenador y libros, lo que me hizo sentir un absoluto extraño en mi casa.
La recepcionista me coloca un piso más arriba -habitación 401-, que es igual de grande pero tiene una cama supletoria -"no la podemos quitar", me dice- y el agua del baño sabe un poco más a cloro o a lejía, no sabría decir.
Una nueva euforia. La habitual de cuando cambias de escenario. Soy como el café caliente que hay que ir cambiándolo de taza hasta que al final se enfría.
Pienso en dormir siesta y descansar pero me voy al Auditorio a hacer una sesión triple de las mías. Resumo paso a paso:
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Ciudadano Negrín.- Es una interesante reivindicación de la figura de Juan Negrín, presidente del gobierno republicano de 1937 a 1939 y en el exilio hasta 1945. Uno de sus directores, Sigfrid Monleón, sale a presentar la película y califica a Negrín como "el gran estadista español del siglo XX". El cine español y sus exageraciones. Tengo una gran simpatía estética y legalista por la República. No exactamente por el Frente Popular o sus políticos, pero sí por el concepto republicano de 1931 y su lucha hasta la extenuación contra el fascismo rancio y totalitario. Esa misma simpatía hace que me duela la propaganda. La propaganda sí que acaba matando los ideales. Negrín no es el gran estadista español del siglo XX, ni siquiera fue un gran estadista, más bien mediocre. El propio documental lo deja claro, con ese punto melodramático, llorón, que parece darle más razón a quien más lágrimas derrama.
Negrín era un médico con talento, de muy buena familia, con ideas socialistas claras, dentro de lo que eran los años 30, que se vio de repente en la política más por su entusiasmo que por su capacidad, llevó el oro del Banco de España a Moscú, a las manos de Stalin, ni más ni menos -decisión que, por supuesto, se justifica en el documental, no fuera a habérselos dejado a Francia-, se dejó comer todo el terreno del mundo por el PCUS, luchó sin pies ni cabeza movido por un sentido heroico de la vida que en realidad no respondía a la lógica ni mucho menos a la razón de estado y acabó siendo traicionado por sus propios compañeros en el exilio.
Cualquier cosa menos un estadista, en definitiva. Simpatía, toda la que quieran los directores. Empeño y valentía, probablemente. Capacidad de análisis y decisión lógica, ninguna. Discursos, no se le recuerdan. En fin, no insistamos.
- V de Vendetta.- Una de las ventajas de Medina es que puedes ver gratis, en lo que llaman la "sala de cámara", que es poco más que un pequeño sótano frío, películas fantásticas que no has visto en su momento. "V de Vendetta" es un ejemplo. De acuerdo, la película es tramposa, en ocasiones algo disparatada, tiene un mensaje político difuso y a menudo contradictorio... pero se ve muy bien, y permítanme que disfrute de ser espectador de vez en cuando. Son dos horas y poco de película y se me pasó volando. Buen ritmo, buenos actores y Natalie Portman más guapa que nunca. Cine de entretenimiento, probablemente, porque si me pongo a pensar en lo que me quieren contar de verdad que se me cae el mito. Así que no pienso, disfruto, y me tomo una hamburguesa en el Comic, en una situación algo surrealista que tampoco me apetece pensar mucho por lo mismo que decía antes de los mitos.
- Cortos de la ESCAC.- Los que leen este blog saben de mi fascinación por el cine catalán y la formación que reciben en la ESCAC. Motivo de sobra para volver al sótano -cinco personas en esta sesión- y verme los seis cortos que proyectaban, mucho más después de haber visto a concurso "La huída", ya comentado aquí, y que me encantó.
Pequeña decepción. La verdad es que ningún corto realmente me acabó de decir mucho: ni en términos de originalidad, ni de riesgo, ni de historia. Correctos, por supuesto, pero poco más. Lo único, quizá, la aparición de Chete Lera junto a Alejandro Cano, dos de mis debilidades, en un corto juguetón pero demasiado fácil.
Y qué quieren que les cuente. Eso es todo. Medina volvió a parecer Trujillo. David Pinillos seguía colgado de las farolas. El frío de 2011 recordó por un momento al de 2009 y al llegar a la habitación descubrí que ya no había voces, no, pero que ahora el enemigo estaba dentro: un zumbido insoportable en el oído derecho que no sé cuándo ha llegado pero puede llegar a ser realmente irritante. Como si a cada minuto acabara de salir de un concierto de Arcade Fire.