Rafa Nadal se retiró en cuartos de final del Open de Australia 2010 ante Andy Murray. Venía de un 2009 bastante malo y con lesiones: perdió en octavos de Roland Garros, la única derrota de toda su vida en ese torneo, se perdió Wimbledon aunque defendía título y encadenó meses sin ganar a ningún Top 10. En una frase, el sentir de la prensa internacional era: "Este tío está acabado, las lesiones han podido con él".
Pero llegó la tierra batida y Nadal ganó Montecarlo. Y Roma. Y fue el primer jugador de la historia en ganar los tres Masters 1000 de tierra en una misma temporada al imponerse en Madrid. Y volvió a ganar Roland Garros sin perder un set. Cuando llegó Wimbledon, nadie le planteó problemas, y aunque hubo un bajón en la temporada norteamericana de pista dura resulta que llegó el US Open... y lo ganó también. Para estar acabado, reconocerán que no está nada mal. También Federer estaba acabado en 2008 y acabó ganando en un año Australia, París y Wimbledon además de hacer final en Nueva York.
Uno se acostumbra a las victorias y no les da el mérito que se merecen. Eso le preocupa mucho a Guardiola, por ejemplo. Miren, ganar un Grand Slam es muy difícil. Desde mayo de 2004 hasta aquí solo cinco jugadores lo han conseguido: Federer, 14 veces; Nadal (9), Djokovic (1), Del Potro (1) y Safin (1). Ganar los siete partidos de uno de estos torneos, con sus 21 sets, en apenas dos semanas, tiene un mérito al alcance de los elegidos. Ganar tres seguidos es una barbaridad. Solo Sampras y Federer lo han logrado en la época moderna. Federer, de hecho, se quedó dos veces a un solo partido de los cuatro: en 2006 y 2007 el propio Nadal le privó de la hazaña derrotándole en sendas finales de Roland Garros.
Bien, Nadal se ha quedado en 25 partidos seguidos ganados, los mismos que Sampras en los 90. Su derrota contra Ferrer debería dar muestra no de un fracaso -de acuerdo, no ha conseguido el cuatriplete o el Rafa Slam o como lo quieran llamar- sino del enorme éxito que supone llegar hasta ahí y de lo improbable que es que se repita. Él o quien sea. Las circunstancias de la derrota son particularmente dolorosas porque vienen acompañadas de una lesión, probablemente una rotura de fibras. Las lesiones tienen algo de azaroso y es cierto que el juego de Nadal exige mucho a su cuerpo, pero también es cierto que una rotura de fibras te la puedes hacer en el Torneo de Rotterdam y tampoco pasa nada, aquí ha habido una mala suerte clarísima.
No me gustaría quitarle méritos a David Ferrer, su "verdugo", precisamente por todo lo que he dicho antes: Ferrer es el número 7 del mundo y llega a su segunda semifinal de un Grand Slam. Es un jugador impresionante, buenísimo, con una gran variedad de golpes, posiblemente el mejor restador del circuito... y juega la segunda semifinal de su carrera. Nadal llevaba tres campeonatos seguidos, ¿nos vamos a llevar las manos a la cabeza porque no son cuatro? Vivimos instalados en una cultura del éxito deportivo en la que parece que si un español no lo gana todo es un fracaso. Yo vengo de una época en la que los españoles no existían en el Open de Australia. Antes de Moyá, durante décadas, o no iban o se volvían a la primera.
Y ahora se juegan las semifinales entre sí. Disfrutemos de esto, de verdad. Lo dice un fanático de Federer.