sábado, enero 15, 2011

Historias de cronopios y de famas


Creo que hay dos clases de personas: las que cuando besan a alguien tienen la sensación de que algo empieza y las que tienen la sensación de que algo acaba.

He estado a punto de decir "cuando se enrollan con alguien" pero luego caí en la cuenta de que tengo 33 años.

A lo que iba: en ambas categorías puede haber todo tipo de personalidades y complejos con lo que es difícil saber dónde encajas. No es una cosa tan clara como "el fin y el medio". Voy a quedarme con uno solo de los ejemplos, que soy yo: creo que cuando beso a alguien tengo la sensación de que algo acaba y ese algo es la búsqueda. Tengo una inmensa sensación de alivio, de "por fin lo he conseguido". Lo que viene después me interesa menos y mucho menos andar contándolo por ahí, desde luego.

Eso no quiere decir que no envidie al otro gremio. Besar a alguien y pensar que eso es el principio de algo es una sensación prodigiosa. La clase de gente que piensa que ligar con alguien es sencillo, que llegar hasta la seducción y el beso es la parte que se da por hecha y que a partir de ahí "ya veré lo que hago". Es mucho menos tortuoso y agónico, desde luego.

El ego de los del fin no tiene por qué ser más frágil que el de los del comienzo. Es frágil, eso seguro, porque no sentirse capaz de empezar nada denota una debilidad incuestionable. Por otro lado, estar todo el rato comenzando cosas como un adicto o una adicta tampoco tiene por qué llevar a nada bueno. Una adicción es una adicción.

En fin, supongo que el mismo pánico da llegar como mantenerse, digan lo que digan. Yo, que siempre creo que no voy a llegar, ni siquiera me planteo lo segundo. Cualquier otro, pongan aquí su nombre favorito, que siempre ha vivido con la seguridad que da conseguir lo que quieres de primeras, sin angustia ni ansiedad ni ansiolítico, supongo que tarde o temprano se tiene que enfrentar al miedo abismal del riesgo a perderlo.