viernes, enero 07, 2011

Barcelona 2011. Periodistas



Ana Boyero es la mejor periodista española menor de 30 años y José María Albert de Paco es el mejor periodista español mayor de 40 años, lo que me deja a mí en la incómoda situación de tener que ocupar la vacante para los periodistas entre 30 y 40. Y eso que yo no soy ni periodista, pero es lo que hay. Pepe, viejo compañero de cartas esféricas en Factual, me espera en el Zurich y me lleva por barrios improbables que a veces se llaman Sant Antoni y a veces Poble Sec y a veces Eixample. Todo lo que no conozco de aquí.

Compartimos algunas indignaciones y una pasión común por el fútbol. La facilidad del hincha de pasar de 0 a 100, hacer como que no está atento al partido y en cuanto el balón llega al área congelar el gesto y acabar dando un puñetazo en la mesa de alegría o de rabia. Generalmente, de rabia, no vamos a negarlo, la felicidad es algo muy poco común. Pepe no trabaja ahora mismo en el periodismo. Como él mismo dice en su blog, se dedica a hacer de "machaca" en el puerto, rollo Marlon Brando en La Ley del Silencio. A mí me parece una desgracia. Si el mejor periodista español tiene que descargar en los muelles, ¿qué es lo que le queda al periodismo español?

Una profunda falta de humildad.

Eso nos lleva a Ana Boyero, que, en rigor, no es barcelonesa. Ni siquiera madrileña, sino de Alcorcón, pero vacaciones nos merecemos todos, así que como buenos turistas quedamos en Diagonal con Paseo de Gracia y vamos callejeando mientras comparamos nuestra ciudad con la de ellos y compramos décimos de lotería. Ana no se deja adoctrinar, pero escucha. Si por algo destaca Ana es por su curiosidad y la conciencia de sus carencias. No investiga para llevar la razón sino para descubrirla. Su presente es bastante bueno pero es que su futuro debería ser impresionante.

Para cuando llegue a los 40 seguro que todos los transportistas se la subastan.

La gente me pregunta qué hago en Barcelona yo solo, sin ligues, ni planes espectaculares, solo por el placer de tomar una botella de agua mineral y un pincho de tortilla en la calle Pau Clarís. Vidas extrañas, la mía, la de Pepe y la de Ana. Pues lo que hago es lo que hago es lo que hago, soy un tipo de lo más sencillo: aguas minerales, cuartos de baño más o menos espaciados, alguna siesta y talento. Casi todos mis viajes a Barcelona pretenden ser un reencuentro con algo parecido al cariño y una búsqueda insaciable de talento.

Uno no puede pasarse la vida discutiendo de Eduardo Inda y WikiLeaks con madrileños. A veces, es imprescindible cambiar el contexto.