domingo, enero 30, 2011

Hércules 0 - Barcelona 3



El fútbol se juega desde hace más de cien años y es un fenómeno social en medio mundo porque no hay equipos imbatibles y nadie gana todo el rato. Eso es algo que hay que tener muy presente y que Guardiola destaca en cada rueda de prensa para evitar euforias propias y ajenas. 

Ese era el principio de la crónica que tenía pensada allá por el minuto 85, cuando el Barça solo ganaba 0-1 y aunque no sufría en absoluto en defensa aún seguía viva la opción de un mal despeje, un córner, un despiste… No se puede decir que el Barcelona jugara bien en Alicante pero tampoco se puede decir seriamente que el Hércules mereciera algo más que la derrota: los azulgrana tuvieron siempre el balón, gozaron de todas las oportunidades menos un remate fallido de Trezeguet en la primera parte y la verdad es que lo de “tanto va el cántaro a la fuente…” no puede tener mejor ejemplo.

Sin embargo, ya digo, no fue un buen partido excepto por algunas maravillas de Xavi e Iniesta, brillantes como siempre. Al Barça le faltó velocidad y precisión. Parecía que todo se hacía cinco décimas más tarde y cinco centímetros desviado. El Hércules se parapetó y complicó mucho la circulación del balón. Ante eso, el Barcelona perdía y perdía balones… aunque tardaba unos cinco segundos en recuperarlos. No hubo desborde por las bandas, no hubo jugadas maravillosas y ni siquiera hubo contras que hicieran peligrar el resultado. Un partido para aficionados muy aficionados, vaya.

Pedro desatascó el juego azulgrana con un gol marca de la casa (y van 6 jornadas de liga seguidas marcando, 19 goles en lo que va de temporada) y el Hércules pareció conformarse con el 0-1 en una segunda parte soporífera. Messi estuvo muy fallón, Alves acelerado, Villa parecía el suplente de Bojan… y aun así el Barcelona tuvo el 70% del balón, tres o cuatro oportunidades claras, un gol anulado sin repeticiones que nos puedan sacar de dudas y la sensación constante de que en cuanto  afinaran en el tiempo o en el espacio, el partido se rompería.

Fue después de la expulsión de Farinós aunque pudo haber sido antes en alguno de los muchísimos disparos a puerta de Messi. La doble tarjeta al ex jugador del Valencia fue cruel pero justa. Quedaban cinco minutos y el Barça marcó dos goles. Los marcó Messi además, en su peor partido del año con diferencia. Fue un 0-3 pero podría haber sido un 0-0, o un 0-7. Esa clase de partido bronco, de rechace, en el que todo se basa en el acierto y la precisión y es que el fútbol –o el resultado al menos- es una cuestión de aciertos y nadie está acertado siempre, recuérdenlo.