La historia del
fin de ciclo lleva inevitablemente asociado un debate sobre Pep Guardiola. Voy a ser sincero, el Barcelona de este año me aburre más que el de años pasados, pero creo que es justo que aclare un poco más: los partidos del Barcelona me aburren más que los de los años pasados porque no hay equipos valientes que le jueguen de tú a tú. Ojalá hubiera 18 Copenhagues en la liga española, pero no los hay.
En cualquier caso, reconozco que el Barça no ha encontrado soluciones acertadas y que el juego se hace más lento, se mastica demasiado y no se llega con la misma frecuencia a la portería contraria.
Ahora bien, soy un fanático de Guardiola. Un fanático estadístico, además, y no voy a caer en algo tan obvio y a la vez tan barato como recordar los ocho títulos en dos años. No son solo los títulos: cuando llegó Guardiola, el Barcelona era un club al borde de la escisión social (Laporta perdió una moción de confianza), que no había quedado ni segundo en la liga, pasando por el doble ridículo de hacerle el pasillo al Madrid y además perder 4-1 y sin dinero para hacer ningún fichaje relevante. De hecho, aquel año solo se pagó dinero por Alves y se vendieron a Ronaldinho y Deco, dos de los estandartes del Barça de 2006.
El año empezó con una derrota en la vuelta de la previa de Champions, otra derrota contra el Numancia y un empate en casa con el Racing de Santander. Aquello, amigos, era una crisis. Pues bien, Guardiola no solo revirtió la situación sino que su equipo practicó el fútbol más bonito que yo haya visto jamás. Con ese fútbol ganó la liga, ganó la Copa, ganó la Champions, ganó la Supercopa, ganó la Intercontinental e incluso se impuso en la prórroga de la Supercopa de Europa con gol de un canterano: el por entonces Pedrito. Acusar a Guardiola del fracaso de fichajes como Ibrahimovic o Chigrinsky es olvidarse del dinero que le ha ahorrado al club contando con hasta nueve canteranos en el once inicial y la presencia constante de jugadores del filial en las convocatorias.
Eso no son 25 millones de euros, sino varios cientos de millones de euros.
Se discuten sus números de esta temporada. Efectivamente, la competencia es mucho mayor, ya lo he dicho al principio. De entrada, hay un rival en España, el Real Madrid, que cuenta con el autoproclamado mejor entrenador del mundo y el autoproclamado mejor jugador del mundo. Eso y 400 millones de euros gastados en dos años para configurar una plantilla espectacular. Este mismo equipo, sin Ozil, Di María, Carvalho, Canales, Khedira y Pepe, consiguió 96 puntos el año pasado en liga, eso dice todo de su potencial.
Aun así, si tenemos en cuenta los trece primeros partidos de la temporada -nueve jornadas de liga y cuatro de Champions- el Barcelona es segundo a un punto del Madrid y líder de su grupo en Europa. Suma 9 victorias, 3 empates y 1 derrota. 28 goles a favor y 9 en contra. Además, ha ganado la Supercopa y encarrilado su pase a octavos de la Copa del Rey. En el primer año de Guardiola, las cifras eran mejores: 10 victorias, 2 empates y 1 derrota. En el segundo, peores: 8 victorias, 4 empates y 1 derrota. Es decir, en cuanto a números, el Barcelona es casi el mismo.
Sin embargo, sigue el debate en torno a Guardiola. ¿Por qué? Porque la gente se ha cansado. La gente se cansa enseguida con todo. Guardiola es educado durante dos años y medio pero se busca una imagen en la que parece maleducado con alguien. Es sensato en cada rueda de prensa pero se le recuerda una frase que dijo un día. Es respetuoso con todos los rivales pero eso le convierte en un hipócrita que no dice lo que piensa. La llegada de Mourinho ha empeorado las cosas, por supuesto: Mourinho es irrespetuoso, maleducado y prepotente, pero ha conseguido que todo el mundo le acepte así e incluso piense que en el fondo Guardiola también es así pero lo oculta malévolamente. Eso le hace aún peor persona, claro.
En fin, ayer Guardiola se medio peleó con el entrenador del Copenhague, por lo demás otro maleducado con tendencia a la bocaza. La culpa, por supuesto, la ha tenido que cargar Pep. "Esa es su verdadera cara", dicen todos ansiosos de sangre. A veces, todo esto me cansa. Por ejemplo, cuando Xavi pidió que no le convocaran para dos partidos y determinada gente se lanzó sobre él. Estaba más cojo que un pato. Ahora se plantea dejar la selección y a mí no me extraña. Me jode, pero no me extraña. Pienso que quizá Guardiola debería hacer lo mismo: dejar la liga española y que todos los partidos sean de Mourinhos contra Solbakkens. Quizás eso es lo que nos merecemos, sin más. Volver a los pasillos y las goleadas.
¿Saben cuántos partidos oficiales ha jugado el Barcelona con Guardiola? 137 (sí, en dos temporadas y dos meses), ¿saben cuántos ha perdido? 12.
Y ahora podemos empezar el debate si quieren...