miércoles, noviembre 17, 2010

Tamara Drewe

Me encantó esta película, por completo, de principio a fin... y decidí escribir esta reseña para Notodo.com:


Tamara Drewe empieza con un extracto de The Fear, la canción de Lily Allen, y desde luego no es ninguna casualidad. En esa canción, Lily Allen habla de ganadores, estrellas de cine, el brillo de la fama, el éxito... y el pánico que todo eso acaba provocando. Más que el pánico, en el caso de la película de Frears, el caos. Basada en la novela gráfica de Posy Simonds, Tamara Drewe es una especie de American Beauty en un amable pueblo de Inglaterra donde nunca pasa nada. Tiene ese punto costumbrista y enloquecido a la vez que está en la película de Sam Mendes y también en la gran mayoría de los filmes burgueses de Claude Chabrol. Una comedia agria, personajes en situaciones límite con valores muy dudosos a la hora de actuar.

Sobre todo, es una película sobre patitos feos, empezando por el primer patito feo, la propia Tamara, que vuelve al lugar donde pasó su infancia recién operada de la nariz, guapísima y con una carrera de éxito en el periodismo. Belleza, juventud y talento, ahí es nada. Por supuesto, la vida de Drewe a partir de entonces parece casi una venganza, pero una venganza desesperada. Fascinada ante sus nuevas posibilidades -antes era tan fea y rechazable- se decide a abrazarlas todas a la vez, no con deleite sino con un punto sufriente. ¿Qué esperan de mí, qué esperan que haga, cómo quieren que no lo quiera todo? Gemma Arterton borda el papel de esta chica de pueblo con ínfulas que se ve en medio de mil confusiones sin hacer absolutamente nada por apartarse.

Los otros patitos feos son los escritores que se juntan en torno a la luz brillante de Nicholas Hardiment, el autor de best sellers que ofrece su modesto cottage para que aspirantes a novelistas y ensayistas disfruten de la tranquilidad y el aburrimiento sórdido del campo, sus vacas y sus vecinas con escopeta. Colegialas confundidas que sueñan con estrellas del brit pop y estrellas del brit pop que no consiguen ver más allá de sus narices. Infidelidades enfermizas. En fin, qué vamos a contarte: Lily Allen y la maravillosa capacidad de Stephen Frears para bordar la ironía.I don´t know what´s right and what´s real anymore, nos canta ella y eso exactamente es lo que nos muestra el maestro.