Hace cuatro años recomendé el voto para Ciutadans convencido de su ideario no nacionalista en el que podían convivir dos lenguas, incluso tres, sin confrontaciones. Se recuperaba, además, la noción de ciudadanía frente a la de nación, patria, autonomía o como cada uno quiera ponerlo, es decir, las personas por delante de las ideas. En el debate de TV3 -me lo tragué, sí, soy así de friki-, creo que Rivera tuvo la mejor intervención cuando dijo que los distintos gobiernos catalanes se habían preocupado durante décadas de construir nación pero aún no sabían bien cómo gobernarla.
Efectivamente, desde fuera al menos, se observa una obsesión ensimismada de la clase política catalana con respecto a conciertos, estatutos, consultas... que tienen que ver con el "ser" y un desinterés absoluto por el estado de sus gobernados en el día a día. Se percibe una cierta pulsión romántica y a la vez autodestructiva en los partidos catalanes sin preocuparles lo más mínimo que en cada elección el número de votantes vaya bajando y bajando.
Lo normal sería que ahora, en 2010, apenas se superara el 50%.
Sin embargo, ahora no puedo pedir el voto para Ciutadans por una cuestión de coherencia: el programa del partido puede que sea el mismo y puede incluso que sea el que más se acerca a mi idea de lo que es gobernar algo, sea lo que sea. El problema es que la última vez que pedí el voto para ellos y consiguieron tres diputados resulta que se estuvieron desangrando entre ellos hasta el punto absurdo de que dos de los tres pasaron al grupo mixto y se quedó Rivera como único representante verdadero de su propio partido. Un personalismo preocupante. Como ven, la autodestrucción no es una pulsión solo nacionalista.
Por eso, creo que, si viviera en Cataluña y tuviera derecho a votar, dejaría mi papeleta en blanco. Me parece la mejor manera de protestar, aunque sé que también tiene mucho de romántico e inútil.
En cuanto a las elecciones en sí, hay muy poco en juego: casi todas las encuestas prevén que CiU gane sin mayoría absoluta pero con más escaños que PSC, ERC e ICV juntos, con lo que el tripartito será imposible y Artur Mas, a la tercera, será por fin President de la Generalitat. Olvídense de pactos y de historias: Mas no va a gobernar con el PP, como mucho puede pactar alguna ley económica con ellos. Encontrará el apoyo de ERC para las medidas destinadas a "hacer país" y tendrá una legislatura bastante plácida salvo cuando tenga que negociar los presupuestos y se monte un guirigay parecido al de Madrid cada vez que Zapatero presenta cuentas.
Pero al final siempre hay un amigo que desea estar contigo y ahí está.
En fin, CiU ganará en una horquilla de 60 a 65 diputados, el PSC se quedará en aproximadamente la mitad -votar a Montilla es un acto de auténtica valentía-, ERC perderá bastante, aunque no sé si tanto como auguran, PP e ICV seguirán más o menos en sus números, por encima de la decena, y según la movilización de su electorado y la abstención del de los demás, puede que Ciutadans y Laporta consigan entrar en el parlamento. Cataluña tiene la sana costumbre democrática de establecer el límite para conseguir un escaño en una circunscripción en el 3%, que ya son una barbaridad de votos. Eso permite que los partidos minoritarios tengan acceso al Parlamento y a mí me parece muy bien. Mucho mejor que el 5% que se establece prácticamente en todos los demás sitios.
Con ese límite del 3% sueña Rivera en Barcelona y Laporta en Girona. Esta noche saldremos de dudas, aunque el pescado parece bastante vendido: vuelve Convergencia.