En una hora cojo el metro, luego el Cercanías, luego voy camino de la DAT-Norte en San Sebastián de los Reyes, entrego papeles, los recojo, los llevo a la Escuela Oficial de Idiomas de Tres Cantos y empiezo curso por décima vez en menos de dos años. Algo de confusión y nervios, como es lógico, después de más de un mes en el paro y con las Oposiciones a apenas dos meses vista. Algo menos, incluso.
El caso es que he dormido mal, con dolor de cabeza y sueños difusos. Ayer pude disfrutar lo justo de una noche de excelentes cortos en la Plaza del Carmen, cortesía del Cortofunk, Ángel Loza y Karola. Tengo la nariz roja y quemada por el helio y una extraña sensación de estar confundido. Probablemente, repito, sean nervios y miedo. Siempre hay algo de miedo cuando se empieza de cero en otro lado. Es un poco como lo de los actores cada vez que salen al escenario. Solo que aquí, cada dos meses hay un estreno.
Gira por provincias.
Si al menos el Madrid... pero no, el Madrid nunca.
En ocho días cumplo 33 años. Supongo que parte de todo esto tiene que ver con la resistencia a envejecer, sea eso lo que sea. Que el cuerpo ya ni aguanta ni piensa aguantar noches de estrenos, festivales y entrevistas para páginas web. Conmigo que no cuenten. Cortometrajes, novelas y libros de relatos. No, no. Mi cuerpo quiere acostarse después de comer y levantarse antes de cenar. Quizá debería limitarme a hacer como John Belushi y en una situación límite como esta decidirme por hacer una fiesta toga.
Tirar p´alante, como los de Alicante.
En fin, mañana les cuento a ver qué tal.
Pélicot, fin
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«Je le dis droit dans les yeux, je ne l’ai jamais touchée» declaró
Dominique Pélicot, provocando la cólera de su hija Caroline Darian, que le
contestó: «...
Hace 13 horas