Hace unos días publicaron mi reseña de la nueva novela de Chuck Palahniuk en la revista CulturaMás. Si quieren ver directamente la noticia pueden darle a este enlace. Si quieren saber más sobre Palahniuk, aquí están los comentarios sobre "Error humano".
“El porno es un trabajo que sólo se acepta tras abandonar toda esperanza”, dice Chuck Palahniuk en Snuff, una novela sobre la decadencia y la resignación que lleva al lector al límite de su aguante estético. No es que Palahniuk se recree en escenas especialmente grotescas o violentas, sino que el tono del libro, desde la página uno, es de una tristeza casi insoportable. Un viaje a los infiernos. Un montón de personajes agitándose las pollas para participar en un gang-bang con una actriz semi-retirada que busca su último momento de gloria.
No hace falta entender de porno para entender el dolor ni para entender la miseria personal que se esconde tras una filmación que busca el placer mediante la destrucción. De ahí el título, “snuff”, que es el que se suele dar a películas de extrema violencia en las que a menudo, los actores -voluntarios o no- acaban asesinados o mutilados. Un auténtico giro copernicano el de Palahniuk: la pantalla muestra un montón de chicos y chicas guapísimas corriéndose y gimiendo hasta el supuesto orgasmo y él nos quiere enseñar lo qué pasa detrás, en el rodaje. Lo que lleva a esa chica guapísima de 18 años recién cumplidos y todo un futuro por delante a aceptar que dos tíos desconocidos la penetren a la vez delante de los ojos de millones de pajeros.
El libro es demoledor también en el estilo. Como es habitual, Palahniuk no se guarda nada pero tampoco busca exageraciones tremendistas. La tristeza, la desolación parten de ahí. En la contraportada, un crítico estadounidense resume Snuff como “un Chernobil de tabúes”, y a mí no se me ocurre nada mejor -así que se lo copio. No sólo todos los tabúes sobre el sexo, la violencia, las relaciones familiares, etc. saltan por los aires, sino que además saltan en vano. Viagra, incesto y violaciones. Todo, ¿para qué? Para nada. Ningún personaje consigue lo que busca.
En cierto modo, y por poner alguna pega, Palahniuk juega demasiado con la jerga. Al principio decía que no hacía falta entender de porno para entender la decadencia que rodea al libro, pero sí es cierto que la ambientación depende demasiado de un previo interés por el género. Eso no lo hace peor libro, advierto. Me recuerda a la película The Wrestler, protagonizada por Mickey Rourke. Ahí también uno de los grandes espectáculos por excelencia, la lucha libre americana, se desmitificaba a través de insatisfacciones personales, estimulantes, niños perdidos y juguetes rotos. Si además entendías las llaves, mucho mejor, pero no era necesario.
Por supuesto, en Snuff, si el lector sabe algo de porno, sus variantes, sus miserias, sus trucos… lo va a disfrutar más. Pero los juguetes rotos son los mismos. El mismo personaje que habla al principio de esta reseña dice un poco después: “Tú y todos los demás que estáis en esta sala […] no esperéis que os elijan miembros del Tribunal Supremo”. Lo dicho, un acto de desesperación. De venganza, casi. Una explosión de amoralidad. Una tristeza infinita.
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