Ray Loriga apareció en una conversación en casa de mi abuela. Así, de manera inopinada. Era amigo de mi tío y de mi tía y, de repente, el nombre se encarnó en libro -"Lo peor de todo"- regalado por un amor platónico y a ese libro le siguieron muchos libros hasta que surgió la necesidad de que los libros volvieran a encarnarse en nombre y entonces llamé a mi tío, pero Ray ya no estaba.
Eso no quiere decir que dejara de buscarlo. Yo necesitaba mis minutos de Ray Loriga como él los necesitaba de Raymond Carver o Bob Dylan. Cada apostador elige su caballo. Seguí sus pasos por San Sebastián un final de verano de 2003, preparé un cuestionario que nunca llegué a enviar en primavera de 2004, apreté su mano, finalmente,
en un concierto de abril de 2006, días después de entrevistar a su, por entonces, esposa. Llamémoslo así.
El último encuentro con Ray fue más o menos casual. Una llamada de la Chica Portada en la Feria del Libro que me llevó a una conferencia sobre cine y literatura. Por entonces, Ray ya me conocía y pudimos cruzar unas palabras: yo le pedí una entrevista, él la aceptó. Luego no llegó a confirmársela nunca a su agente literaria y como tantas cosas quedó en el limbo.
Fue más o menos por esa época cuando compré "Días aún más extraños". Pretende ser la continuación de una obrita de 1994 llamada "Días extraños", una edición casi clandestina sólo para verdaderos seguidores como yo. Ray escribe desde el principio: "... Este pequeño librito no contiene finalmente nada de aquel, excepto una referencia al título". Es completamente cierto. Detrás de los artículos, el nombre -el hombre- asoma la patita con más descuido que en la ficción sin más. A veces, incluso, pasea al descubierto, pensando que nadie está al acecho.
Ray es un hombre religioso, y por ello es del Madrid y de izquierdas. Lo es desde un convencimiento cristiano que hace que la reflexión se vea a veces cegada por la fe y viceversa. Cuando se da esto último -el viceversa- es un gustazo. Cuando se da lo primero -la ceguera- no es sino una colección de tópicos.
Yo una vez escribí: "Ray Loriga es el mejor escritor en español de los últimos años" y fue considerado una exageración. Lo era, pero también estaba harto de todas las exageraciones en su contra. Ahora parece un hombre más maduro y sensato, más equilibrado y bienpensante. Un poco más aburrido, quizás. Igual de escurridizo, en cualquier caso. Por la ciudad que sea, por el renglón de la página que se elija.