Adoro Barcelona. La adoro, la adoro, la adoro... Se podría decir que soy un madrileño infiel sino fuera porque todos mis amigos madrileños tienen la misma amante esquiva. Lo que le pasa a Barcelona y ya lo comenté en otro lado es que a veces tiene ese punto de pibón con conciencia de pibón. Se sabe guapa y deseada y actúa en consecuencia: con desdén, y uno se preocupa y se enfada y vaga por Gran de Gràcia como quien le cuenta sus penas a la amiga de la novia esperando que...
Pero, de pronto, Barcelona sonríe y cede. No cede mucho, pero sí lo suficiente. Tú no lo sabías pero te ha preparado una fiesta sorpresa. Una fiesta de dos días: Astrolabi y Librería Excellence, pero una fiesta que recordarás años. Ella es la anfitriona, claro, y te mira con cara de madre desde las esquinas del Paseo de Gracia -mar, montaña, Tarragona, Girona...-.
Presentación en la librería Excellence y lo primero que hay que decir de la librería Excellence es que está llena de gente encantadora. Y si no fuera así lo diría, pero es un hecho. Empezando por Ferrán y Belén y siguiendo por el chico que conoce al escritor del Astrolabi, como si a un milagro siguiera otro, como si todos los milagros estuvieran interconectados en esta ciudad recién maquillada.
Nervios, claro, pero que se van aplacando con el paso del tiempo. Soy un chico con tablas y no me pongo nervioso. Antes y después, sí, claro, pero nunca durante. Sandra dice cosas preciosas sobre mi libro igual que yo digo cosas preciosas sobre ella aquí y cuando tengo la oportunidad, la gente -50 personas, la mayoría desconocidos- hace preguntas que me permiten explicar el libro y Dani Flaco toca "La ley del último trago" y "Fuerzas de flaqueza", dos de las canciones de su disco aún no editado.
Vero se tiene que ir pronto, B. llega tarde. Imposible satisfacer a todo el mundo.
Y luego una barcelonada de entre semana: de los 50, unos 20 van pasando por la mesa para que les firme el libro. El resto desaparece, sin más. Eran los invitados a un milagro y ya han visto el agua convertirse en vino. Tienen suficiente. Juega el Barcelona. Por la mesa pasan amigos, futuros amigos y amigos del pasado, destacando Laura y María, claro. Soy un hombre feliz ahí arriba, hasta parezco un escritor.
Cogen su libro firmado y desaparecen del sueño. Nos quedamos solos Lalita, Abraham, B. y yo. Es un cuarteto peculiar, así que decido invitarles a comer una tortilla, unas ensaladas, un carpaccio y un cuarto de pollo asado.
¿Saben la única sensación desagradable? Que me quedan dos días aquí y no veo cómo las cosas pueden ir mejor. Esta tarde, estudio con Dani Flaco y quizás Lichis. Quieran mucho a Lichis, se lo merece.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 2 horas