En rigor, esta es una despedida falsa, porque no me voy. Me quedo como mínimo hasta las 21,20 si Iberia cumple sus horarios. Probablemente, no sea así. Es una despedida ambigua porque volver a Madrid siempre es algo bonito, sobre todo ahora que todo está lleno de conciertos y eventos varios y sé que el correo electrónico estará ahí para todo lo demás.
Me espera un fin de semana lleno de correcciones, pero saldré adelante.
Por lo demás, voy diciendo adiós a las cosas que sé que no veré más hoy: la Rambla del Prat, la calle Gran de Gràcia, la tienda que tiene un letrero enorme, "Lucy in the sky", el Workcenter que hace esquina con los jardines y que llevan a la esquina de Diagonal con Passeig de Gràcia, donde he quedado en cuatro horas con Ana.
Camino despacio y hablo por teléfono. Tengo tiempo de sobra. No se esperan milagros. Los gasté como si fueran comodines, justo cuando los necesitaba. Sólo queda la incógnita de si algún día ellos me necesitarán a mí.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora