Mai decide quedar conmigo en Provença con Passeig de Gracia, "del lado de Tarragona". Llego a la esquina, pero no encuentro el lado, así que llamo a Sandra, mi compañera por excelencia en este viaje. Me explica: generalmente se utilizan los términos "mar o montaña" para definir cada margen del Paseo, pero Mai no está de acuerdo, le resulta más intuitivo colocarse sobre un mapa virtual imaginario en el que a su derecha queda Tarragona y a su izquierda, Girona.
No hay palabras para expresar lo maravillosa que es Mai en las distancias cortas, lubina y dorada a la plancha en bar vasco después de que yo estuviera rechazando uno por uno todos los restaurantes "extraños" por los que pasábamos.
Conversaciones pendientes y temas que salen porque los compartimos. La extrañeza que supongo nos invade a los dos por coincidir en tantas cosas, por ser capaces de pasar de una entrevista a una comida o a una presentación. Mai es Mai y no es ninguna de sus imágenes. Es Mai, sin más, generalmente, un nombre en un buzón de correo electrónico, otras veces, las mejores, una presencia de carne y hueso.
Una de esas chicas menudas que sabes que no tienen nada de débil. Quizás de frágil, sí, pero ya habíamos quedado en que no quiere decir exactamente lo mismo.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora