La reflexión parte del pesimismo de Albert Boadella: en Cataluña se ha educado a varias generaciones en el odio a España y es muy difícil que cambie esta percepción. Es el problema que tienen todos los totalitarismos, que educan en el odio al enemigo. Se basan en el odio al enemigo. El nacionalismo aspira a ser un totalitarismo, no siempre lo consigue. Conoce sus métodos y los aplica, entre ellos la educación.
El pesimismo, por tanto, es lógico, pero no hay que olvidar una cosa: todos los totalitarismos han caído, y la mayoría han caído desde dentro. Toda clase dirigente ha soñado con perpetuarse en el poder mediante el adoctrinamiento y ninguna lo ha conseguido. El status quo cambia, si no sería algo perpetuo, inamovible, fatídico.
Generaciones de españoles fueron educadas en el amor a España, un amor irracional, de legionario, ¿y qué queda de ello? Reacción. La clase dirigente propone y dispone, pero no siempre convence. Y al final se reduce a eso, masas aparte, a convencer. Y yo, que tampoco tiendo al optimismo, pienso que tarde o temprano se conseguirá educar al margen del amor o el odio a banderas y patrias y todo funcionará mejor.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora