A Javier Krahe le gusta Dani Flaco. Por eso le ha invitado a participar en un disco-homenaje a Edgar Allan Poe y es el encargado de revisar las letras. En eso están Flaco y Krahe, cerca de Callao, estudiando las rimas asonantes y consonantes, comprobando el ritmo y proponiendo mejoras.
El miércoles 31, además, Dani cantará dos o tres canciones teloneando al genio de La Mandrágora.
Así que, aprovechando el viaje a Madrid, Flaco queda con Pablo Ager y conmigo en un bar de bocadillos de Alonso Martínez, cada uno pide el suyo y empezamos a hablar de nuestras agendas y nuestros proyectos, la gran mayoría, comunes. Formamos un buen equipo, los tres. Como Pablo tiene esa pachorra siempre, la verdad es que es imposible decir que tiene seis años menos que nosotros, chicos de mayo de 1977.
Tras los bocadillos nos vamos al Búho Real, misión carismática para ver a Darío y que Darío nos vea, que siempre es importante. Bueno, es importante para ellos, porque yo, al fin y al cabo, no dejo de ser un escritor y no necesito que me programen. Pero me gusta ver a Darío, me lo paso bien con sus vaciles, así que les acompaño y nos acabamos sentando en una mesa a beber whiskies y planear conciertos y presentaciones.
Como no queremos irnos, acabamos en El Junco, un sitio improbable, con concierto de jazz incluido. Ellos piden otra, yo no me atrevo a tanto. Nos abrazamos, nos besamos y quedamos en vernos hoy o el miércoles o cuando sea. Nosotros somos sus anfitriones en Madrid, él es el nuestro cuando vamos a Barcelona.
Sí, las ciudades se diferencian, pero las personas...
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora