En el PP están muy contentos con el vídeo en el que Rajoy hace de Rey y pide a los españoles que honren la bandera. Dicen que eso les da la iniciativa política. En mi opinión, es todo lo contrario: supone hacer lo que la izquierda espera que hagan. Les caricaturiza por completo. Les lleva a un mensaje absurdo que no interesa a nadie: banderas sí, banderas no, parece una batalla de nacionalistas en las fiestas del pueblo.
Nadie sabe muy bien dónde se está metiendo el PP en todo esto. Por supuesto, ellos tampoco. Tienen una vaga idea de que combatir el nacionalismo da votos. Es una idea que está bien, porque, efectivamente, combatir el nacionalismo es algo efectivo y necesario cuando se hace con ideas, no con banderas. Colocar una bandera en lugar de la otra no es avanzar demasiado en el mensaje.
La insistencia demagógica en que cada edificio oficial tenga su banderita rojigualda. Todo el mundo sabe por qué en muchos municipios catalanes y vascos la bandera no ondea. No ondea porque la gente se juega la vida haciéndola ondear, al menos en el País Vasco. Y en Cataluña muchos políticos no consideran esa bandera como suya. ¿Supone eso una quiebra de la legalidad? Sí. ¿Es un invento del PSOE? Obviamente, no.
Las mismas banderas ondeaban en los mismos sitios hace tres años, cuando gobernaba Aznar.
Es cierto que el PSOE se equivoca ideológicamente al apoyarse en los nacionalismos más radicales para gobernar. Es insensato que un partido de izquierdas adopte el regionalismo como algo progresista. El problema está en qué ofrece el otro lado, y precisamente por la deriva socialista, el PP tendría fácil hacer una oposición moderada en ese sentido. No necesita llevarla al extremo.
Y, sin embargo, como siempre, su idea de lo que es la iniciativa se basa simplemente en la exageración. Me pregunto qué habrá sido de los cuatro o cinco millones de firmas que iban a conseguir contra el Estatuto de Cataluña. Incluida la de Harry Potter. Desde hace años, la consigna del nacionalismo periférico era luchar contra el nacionalismo centralista, un nacionalismo que, en los últimos 20 años, no ha existido.
Hasta que el PP se ha decidido a jugar el papel que sus rivales esperan de él. El de demonio caricaturizado.
La fiesta del aguafiestas
-
[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 48 minutos