Creo que, una vez más, Rajoy equivoca las formas al burlarse de Al Gore. No es del todo culpa suya, sino del papanatismo internacional en torno a la figura del vicepresidente de Estados Unidos durante ocho años. El líder del PP acierta mucho más cuando afina la puntería: "No firmó Kioto y ahora va dando lecciones por el mundo".
Efectivamente, la figura de Al Gore me resulta sospechosa y me lo resulta desde el primer momento, cuando vi el documental y me pareció más una reivindicación política "Debería haber sido califa en lugar del califa" que ecológica. Sus charlas son muy efectistas pero poco rigurosas. Por supuesto, alertan sobre una realidad: hay un sobrecalentamiento global y ese sobrecalentamiento tiene que ver con la acción humana. Pero esas premisas ya las sabíamos, lo que cuenta es el desarrollo, los plazos, las soluciones...
Si para Al Gore la solución no es Kioto, habría que preguntarse cuál es. Y si vale 200.000 dólares por sesión, que esa es otra. Yo no digo que Gore haga esto por dinero, pero que le está echando un morro importante, de eso no cabe duda: junta una serie de datos científicos, algunos bien utilizados, otros mal utilizados y los junta en una presentación sesgada. No exactamente falsa, sino sesgada.
Y a cambio recibe el Premio Príncipe de Asturias, el Premio Nobel y, ya digo, 200.000 dólares por demostración. La reciente sentencia de un tribunal británico en la que se afirmaba que "Una verdad incómoda" caía en al menos siete falsedades fácticas y científicas debería valer para bajar los humos al personaje y preguntarse si realmente no hay nadie más capacitado para liderar la lucha contra el calentamiento.
Que nadie dice que no exista o que no haya que ponerle remedio. Lo que se dice es que Al Gore... en fin, pues ustedes mismos.