El cine social británico. Años post-tatcheristas, porque durante el tatcherismo, reconozcámoslo, había menos huevos. Pero luego Ken Loach tirando piedras e incluso Stephen Frears con sus adaptaciones irlandesas de las historias de Roddy Doyle, incluyendo aquella furgoneta grasienta que acompañaba las victorias de Eire en el Mundial del 90, Ray Houghton y compañía.
De Escocia llegó "Trainspotting", cortesía primero de Irvine Welsh y posteriormente de Danny Boyle. El libro era mejor que la película pero la película no estaba mal. Descubrimos a Ewan McGregor y a ese entrañable y delgadísimo Robert Carlyle, que hacía de "Franco", el amigo macarra de la pandilla escocesa, "Oh, Danny Boy, Danny Boy". El inocente Rents y su grupo de colgados: "Ser inglés es una mierda pero ser escocés es aún peor, ni siquiera hemos encontrado un pueblo mínimamente decente que nos colonice", decían en medio de un valle con montañas al fondo.
En fin, Carlyle tuvo sus dos años de fama brutal y luego se deshizo en películas comerciales. Por supuesto, su momento de gloria llegó con "The full monty". Lo mismo la gente ahora no se acuerda pero aquello fue un bombazo con todas las letras. Clase media-baja del norte de Inglaterra luchando por sacar adelante a sus familias a la desesperada. Y en vez de hacernos llorar e indignarnos, nos hacían reir. Por supuesto, era una risa culpable. Una de esas risas -como esos orgasmos- que cuando acabes dices "Dios mío, ¿qué he hecho? Esto está mal". Sí, estaba mal. Desnudarse y hacer el ridículo y que todo el mundo se ría de ti por dinero.
Solo que al final no era por dinero. Al final era por orgullo y eso estaba bien. Dejaba de ser una historia de perdedores patéticos para convertirse en un grupo de gente con una idea fija en la mente y dispuestos a todo para conseguirla. Su risa también sería culpable, también habría un día después y un "Dios mío, ¿qué he hecho?" pero eso no venía en la película, acababa justo antes.
Fueron tiempos de Full Montys por todos lados: bomberos, futbolistas, fontaneros, jugadoras de hockey... de repente, surgió la fiebre del desnudo y el strip-tease. No sabría relacionarlo con una peor situación económica porque eran los tiempos en los que "España iba bien", recuerden. El virus, como Carlyle, igual que vino, se fue. Probablemente fuera lo mejor para todos.