Muchos saben de mi relación amor-odio con Libertad, 8. Aprecio el esfuerzo de Julián y compañía por darle una salida al talento y sé que es un sitio de donde han salido muchos músicos fantásticos y otros tantos al menos lo han intentado. Quizá me echan hacia atrás las mesas con esos bancos y sillas tan incómodos o el tono general de la programación, un poco lánguido en ocasiones, demasiado ritmo lento, pero eso es algo que le puede encantar a mucha otra gente y por eso el Libertad es lo que es: una referencia y un lugar de encuentro.
Ayer, le tocó el turno a Alejandro Martínez, un viejo conocido de este blog y que venía de telonear a Alejandro Sanz (esto es resumir un poco demasiado las cosas, pero bueno, tampoco me voy a perder en detalles). Álex empezó su carrera algo dubitativo en Vicious y rompió la pana con "Orgasmos modernos" allá por 2008, uno de los mejores discos de aquel año y no solo en el circuito madrileño-catalán. "Orgasmos modernos" es un derroche de vitalidad y entusiasmo que ha dado un giro de 180 grados a su carrera, pero últimamente, como él mismo reconoce, está girando un poco hacia el rencor y una cierta melancolía amorosa.
Lees demasiado a Gil de Biedma, Álex, pero cómo culparte...
El caso es que el viaje a Libertad mereció la pena, como era de esperar. Acompañado de violín y de la impresionante voz de Lucía Caramés, repasó sus dos primeros discos y anunció el tercero, precisamente un homenaje al poeta. Dos horas de concierto manejando ritmos y tablas, sabiendo llevar a la gente y reservando el Toni 2, como debe ser, para el final.
Entre los invitados, César Pop o Rafa Pons. Patricio estaba por ahí pero no subió a cantar. No se preocupen, pronto verán a Patricio y a Álex cantar juntos y cuando digo pronto, digo en un par de semanas, con eso debería bastarles para saber de lo que hablo. Rafa, barcelonista irredento, me propuso un juego muy de barra de bar: hacer un once con jugadores que nadie se acuerda de que jugaron en el Barça. Nos salió algo parecido a Dutruel; Sorín, Coco, Dehú, Patrick Andersson; José Mari, Sánchez Jara, Geovanni, Korneiev; Dugarry y Escaich.
Había más, por supuesto.
Julián se acordaba de Cuéllar. No sólo eso: se acordaba de que Cuéllar le había metido un gol al Atleti con el Nástic que le fastidió un ascenso. Julián, como habrán podido suponer, es del Atleti.
En fin, que Álex va sobrado, muy sobrado. Yo lo digo mucho últimamente: ya solo voy a conciertos de gente que me gusta mucho o que me caen muy bien -aunque la semana pasada hice dos excepciones a la regla porque sigo siendo el mismo puto hiperactivo de siempre-. En el caso de Álex coinciden las dos cosas, y él lo sabe. Desde
hace cuatro años y medio, en el Malaspina, tomando una tosta de chorizo. Él tenía más pelo y yo mucho menos.