Lo único interesante de personajes como Hugo Chávez es que ayudan a abrir debates sobre determinados conceptos. Por ejemplo, ¿qué es una democracia? Ayer, el presidente venezolano inundaba Twitter poniéndose como ejemplo de demócrata porque en su país se votaba muchas veces, aunque obviara el hecho de que en las legislativas se votó más bien poco: un 75% de abstención respaldó la no participación de fuerzas opositoras.
Una democracia tiene que ser algo más que un método de elección, por supuesto. Aquellos que dicen que Venezuela es una democracia porque hay elecciones solo dicen la mitad de la verdad: hay elecciones pero no son del todo libres. No son lo que cualquier ciudadano occidental consideraría "libres" y con "cualquier ciudadano occidental" no me refiero a, pongamos, César Vidal, sino al propio Andreu Buenafuente, por citar a alguien no sospechoso de ser un agente encubierto de la CIA.
La democracia es algo más que contar votos: es enfrentar opiniones desde el respeto y garantizando que esas opiniones pueden ser defendidas siempre que se atengan al marco legal. No vale hacerlo al revés, a lo Chávez: ajustar el marco legal para que solo quepa lo propio, para que los opositores se vean amenazados con la cárcel o la persecución, para que el poder legislativo desaparezca y para que el judicial se convierta en un grupo de palmeros controlados directamente por el líder revolucionario.
Puede que Venezuela no sea aún una dictadura y desde luego convendremos en que no es una dictadura sangrienta, es decir, no hay estadios llenos de opositores dispuestos a ser ejecutados ni hay vuelos sobre los acantilados ni demás demonios sudamericanos tan recientes. Lo que resulta difícil es convencerse de que eso no sucede a pesar de Chávez. Si por él fuera, no solo controlaría cada milímetro de la opinión pública, la educación, los medios, los tribunales... sino que directamente haría desaparecer al enemigo, lo cual, desde su punto de vista de guerra permanente, sería perfectamente lógico.
En estas condiciones, con una opresión totalitaria que colocaría a cualquier país al borde de una guerra civil, es cierto que los venezolanos sí han dado un ejemplo de democracia: han votado en masa. Y en su mayoría han votado contra Chávez. Los partidos de la Oposición han conseguido el 52% de los votos. Otra cosa es que las leyes electorales modificadas por el Comandante hagan que su partido tenga pese a todo mayoría absoluta. Imaginen que llega Rajoy al poder y cambia por su cuenta la ley electoral para que los votos en Cataluña y Andalucía valgan la mitad y los de Madrid y Valencia, el doble. Imaginen que un partido sacara el 52% de los votos y quedara en casi la mitad de escaños que su rival. ¿Llamaríamos a eso democracia? ¿No pediríamos ayuda al exterior con las manos en la cabeza?
Tiene mérito lo de Chávez: controlar medios, controlar voluntades, llamar en pleno día de votación a "las milicias bolivarianas" para que vayan a los colegios electorales, amenazar a sus rivales, cerrarles sus empresas o meterles en la cárcel... y aun así perder sus propias elecciones. Me recuerda al referéndum de Pinochet de octubre de 1988. Un dictador que pierde su propio plebiscito, no faltaría entonces quien llamara al asesino "demócrata", también.
Los chilenos tuvieron su oportunidad de largar a Pinocho, los venezolanos tendrán la suya de largar a Chávez. No será fácil porque los líderes mesiánicos mueren con las botas puestas, más que los títeres. Con la que está cayendo y el 52% vota contra él. El 52% según el recuento que él mismo habrá hecho, además. Conviene aclarar que ser anti-chavista, tanto en Venezuela como fuera, no quiere decir necesariamente ser de derechas, ni neoliberal ni un peligroso capitalista sediento de poder. Es una cuestión de sentido común que va por encima de las ideologías. Una cuestión de heroísmo, en este momento. Primero, recuperar la democracia, luego ya veremos.