jueves, septiembre 09, 2010

España pierde contra Serbia a algo


Lo que no puede ser es que nos olvidemos que esto es un juego y que en los juegos -¡ay, como en la vida!- también se pierde. De repente un tío se levanta desde nueve metros en la última jugada, te clava un triple y te vas a casa. Mejor Teodosic ayer que Nocioni hace cuatro años,cuando todo esto empezó. La obsesión periodística de que todo tiene que ocurrir por una razón intricadísima no es más que eso: una obsesión. Muchas veces, lo que cuenta es el acierto, sin más.

Obviamente, tengo sensaciones encontradas con respecto al partido de Serbia y a la selección española de baloncesto en general. Criticar me parece ventajista y asentir me resulta autocomplaciente y muy poco realista. Dejemos una cosa clara: perder contra Serbia en la última jugada con un triple razonablemente bien defendido y después de un auténtico partidazo es algo que puede pasar. Alfredo Relaño habla hoy en el As del triple de "un tal Teodosic". "Un tal Teodosic", dice la prensa futbolera y luego no se explican cómo se pudo romper el embrujo. ¡Si ni siquiera conocen a los rivales, cómo esperar la derrota!

Teodosic es un pedazo de jugador, de esos que no está en la NBA porque no quiere y porque gana un dineral en Grecia. Alrededor suyo y de Nenad Krstic se ha juntado una generación espectacular de jugadores que lo han ganado todo en categorías inferiores y que, si mantienen la cordura y compromiso de esta era Ivkovic, pueden arrasar durante años: jugadores "a la yugoslava", calientes en defensa y fríos en ataque, rozando los 2,10 pero con un tiro excelente y una técnica individual prodigiosa: Velickovic, Bjelica, Keselj, Tepic, Macvan, Perovic, Savanovic, Rasic... y lo que salga de la cantera del Partizán,que siempre será bueno.

Lo dicho: perder contra estos tíos cuando están a tope -y ayer Serbia jugó como los ángeles- es razonable. No solo fue el triple de Teodosic, sino el de Keselj en rectificado un minuto antes.

Del otro lado, España. A ver, nadie niega que España ha hecho algunas cosas muy mal: 1) La preparación, exclusivamente en casa y en condiciones muy amables, hace que empecemos la competición fríos, acostumbrados a pasar por encima e incapaces de entender una mala reacción del público, una dudosa actuación de los árbitros. 2) La selección podría haber sido mejor. La ausencia de Suárez es incomprensible, y seleccionar a Claver y San Emeterio para que no jueguen no tiene demasiado sentido. La falta de confianza del entrenador en muchos jugadores es total, lo que nos lleva a 3) Scariolo no se entiende con este grupo. No lo hizo el año pasado -pero estaba Pau- y no lo ha hecho este. Es un caso claro de sobre-entrenamiento por rigidez táctica, intento de controlarlo todo al detalle y política extraña de rotaciones y selecciones. Traes a Raúl López en el último momento y al final te acabas jugando el partido decisivo con Llull de base todo el rato. Gracias a Dios, añadiré.

Todo eso está mal, pero igual podríamos haber ganado o haber perdido jugando el Torneo de la Acrópolis, con Carlos Suárez reboteando y Pepu en el banquillo. Insisto, perder es una cosa que sucede muy a menudo contra los buenos equipos. Espero que todo lo malo se solucione y que se aprenda para futuras competiciones, por otro lado es lo que hay: España no tuvo a Pau Gasol -el mejor jugador europeo con una diferencia abismal- ni a Calderón, su base titular. Navarro y Reyes, dos de sus estrellas, están seriamente lesionados, mientras que Llull acaba de recuperarse de sus molestias. Rudy tiene la cabeza en Portland, pese a lo cual ha sido probablemente el mejor y más regular de la selección.

En estas condiciones, somos peores que Serbia. Lo siento, pero es así. Ser peor no quiere decir que nos tuvieran que ganar sí o sí. Imagínense ahora que el triple no entra. No toca ni aro. Airball. La posesión se acaba y a España le quedan 3 segundos para sacar del medio campo y conseguir una canasta. En vez del desmadre táctico de la última jugada -cielo santo, cuántas veces van-, Navarro la enchufa. A semifinales. Media medalla. ¡Somos la Eñe! En Serbia se preguntan cómo es posible dilapidar siete puntos en dos minutos, cómo es posible que con 26 segundos por delante la jugada se limite a que Teodosic la bota compulsivamente y se la tira a la de dios desde nueve metros y pico. ¿Qué es esto? Un desastre, un desastre. Dimisiones ya. Fin de ciclo.

Pero no, el triple entró. Y si buscamos explicaciones, limitémonos a esa: un balón, un aro, la gravedad.