martes, septiembre 14, 2010

La madurez de Rafa Nadal


A mí no se me puede pedir que me guste Rafa Nadal igual que no se me puede pedir que me guste el marisco o el jamón ibérico. Es decir, la culpa es mía y soy un caso perdido. Otra cosa es que sea idiota, que no lo soy. Lo que ha hecho Nadal en el US Open es impresionante y casi corona la carrera de cualquier estrella del tenis cuando en realidad apenas tiene 24 años recién cumplidos. No sé quién fue el último en ganar Roland Garros, Wimbledon y Nueva York seguidos. Federer se quedó a un juego el año pasado, pero no lo logró. Probablemente haya que remontarse a 1969 y a Rod Laver, el año que consiguió el Grand Slam: los cuatro torneos en una misma temporada.

El palmarés de Nadal siempre ha sido espectacular pero ha dejado algunas dudas. No ya a mí, que soy un bicho raro, sino a la prensa internacional. Fuera de España y Francia, Roland Garros está visto como un torneo relativamente menor. Un torneo que pueden ganar Gastón Gaudio, Alberto Costa o Andrés Gómez. Con todo el debido respeto, un torneo que se da a los especialistas muy especialistas, dominadores de una superficie pero con dificultades para llegar siquiera a cuartos de final en los demás torneos.

Que Nadal era el mejor jugador de tierra batida de la historia ya lo sabíamos. No solo porque hubiera ganado 5 Roland Garros sino porque a eso hay que sumarle otros 5 Torneos de Roma y 6 Montecarlos consecutivos, una auténtica barbaridad que dudo que nadie pueda igualar, sobre todo porque la sorpresa sería que el año que viene Rafa no volviera a ganar. Sus triunfos en Wimbledon se interpretaron como una decadencia de la hierba. Aquello era una chorrada. Puede que la hierba de Wimbledon no sea como la de antes, en los tiempos de saque-volea de Sampras, Edberg y Becker, pero es lo suficientemente rápida como para que Berdych, Roddick y Federer hayan copado las demás finales. Nadal es ahora mismo, con cuatro finales seguidas y dos títulos el mejor jugador de hierba. Para igualar a Sampras o a Federer aún le queda, por supuesto, pero ahora mismo no hay quien le venza.

Quedaba la pista rápida. Australia también está bajo una constante sospecha. Borg y Connors, por ejemplo, ni se molestaban en viajar. Agassi empezó a hacerlo con consistencia al final de su carrera, ya pasados los 30. La victoria de Nadal en Melbourne volvió a interpretarse como un problema ajeno -el ocaso de Federer- más que como una virtud propia. Después de esto, no hay excusas posibles: ganar el US Open perdiendo solo un set demuestra una superioridad insultante y deja bien claro que Nadal es el mejor del mundo ahora mismo y que les va a costar mucho a los demás desbancarle.

¿Qué ha cambiado en Nadal? Ha perdido el miedo. A mí siempre me pareció un jugador demasiado encasillado en el espíritu guerrero de defenderse ante rivales mejores. Ahora se ha dado cuenta de que sus rivales no son en absoluto mejores. Él sigue con su discurso de modestia porque así es su personalidad pero se nota que se lo cree. Ya no se limita a hacer partidos interminables devolviendo bolas imposibles: ahora saca con consistencia, volea y es capaz de lograr puntos ganadores tanto de derecha como de revés... todo ello sin haber perdido la entrega y los golpes defensivos, siempre impresionantes.

Los que se empeñan en poner un asterisco al Roland Garros que Federer ganó por la eliminación prematura de un lesionado Nadal tendrían que aceptar ahora que este no ha sido el torneo más duro que Rafa se podía encontrar: tres desconocidos en las tres primeras rondas, López en octavos, Verdasco en cuartos, Youzhny en semifinales y un agotado Djokovic en la final. Todo eso es una chorrada: uno juega contra quien le toca. ¿Hubiera ganado Federer a Nadal en unas hipotéticas semifinales? Ni idea. ¿Hubiera ganado Nadal a Federer en aquel Roland Garros? Que se hubiera clasificado.

A los jugadores hay que medirles por lo que hacen y no por lo que podrían hacer o lo que no les dejan hacer los demás. Yo soy un federerista irredento, una mezcla entre el padre con bigote y la esposa con gafas de sol continuas, y lo que he visto a Federer -títulos aparte- no se lo he visto a nadie más en mi vida. Pero Nadal está un punto por encima en competitividad y mentalidad. Por encima de Federer y por encima de todos. Es casi imposible que pierda un partido si se propone no perderlo. Ahora, además, está aprendiendo a ganarlos, lo que le convierte en alguien imparable.

En cuanto al debate sobre si es el mejor deportista español de la historia, es difícil decidirse entre él e Induráin. Nadal sigue un legado de excelentes tenistas, Induráin apareció a la sombra de Perico y nadie más: solo tres españoles habían ganado el Tour en noventa años de historia y él lo ganó cinco veces. Nadie había ganado el Giro y él repitió por partida doble. Cada uno se quedará con quien quiera e incluso habrá quien incluya a Pau Gasol, pese a participar en un deporte de equipo, pero quitando esos tres nombres no se me ocurre nadie más.