domingo, septiembre 12, 2010

El peor día de mi vida



¿Se acuerdan de cómo era el peor día en la vida de Enjuto Mojamuto? Para mí, sería algo muy parecido a lo que pasó ayer: después de una dura semana de vuelta al trabajo y con un ligero inicio de catarro, me tumbo en el sofá a ver deporte de manera compulsiva. Los inicios no son malos o como poco son irrelevantes: Alonso logra la pole en Monza -algo me dice que acabaré haciéndome fan de Hamilton como piloto, pero eso todavía está lejos- y Nibali, otra de mis bajas pasiones, se pone líder de la Vuelta gracias al desafortunadísimo piñazo de Igor Antón.

El caso es que a mí todo eso me daba igual. Yo había puesto la tele para ver al Barça de Guardiola arrasar al Hércules o en su defecto asistir a la sorpresa lituana en la semifinal del Mundobasket contra Estados Unidos. Nada más lejos de la realidad. El Barcelona estaba apático y agotado, sin ninguna chispa, y el Hércules, sinceramente, le pasó por encima. No me gusta Abidal de central, lo he dicho mil veces, pero culparle de todo sería absurdo: el Barça perdió bien y merecidamente y no se sabe si esto es el inicio no de un "fin de ciclo", que es mucho decir, pero sí de un pequeño "año sabático". Muchos jugadores del Barcelona han ganado diez títulos en dos años, incluyendo una Eurocopa y un Mundial. No sólo es una cuestión de motivación, sino de agotamiento mental y físico. ¿Cómo te preparas para jugar contra el Hércules? En algún momento la cabeza dice "basta" y desconecta. Después van las piernas.

El partido de EEUU dejó al menos una exhibición de Kevin Durant. Dominar así el baloncesto internacional es insultante. Michael Jordan jugó las Olimpiadas de 1984 con 22 años y fue el mejor de su equipo, vale, pero no con esta superioridad. Durant tiene 21 y no se le ven límites. Lituania estaba muy contenta de ser semifinalista, encantada. Se limitaron a ver el recital en primera fila.

Bueno, tampoco era para tanto, pero la cosa siguió complicándose cuando Nadal ganó en tres cómodos sets a Youzhny -no esperábamos otra cosa- y el Madrid ganó 1-0 con gol de un central al Osasuna. Tampoco es que esperáramos otra cosa, de nuevo, pero son profecías que se van cumpliendo y desgastan. El primero de una larga lista de 1-0 en casa. El 0-0 fuera de casa ya lo vimos la semana pasada. El Rácing perdió en Valencia. En fin, nos quedaban algunas balas en la recámara: Serbia y Turquía jugaban un partidazo en la otra semifinal del Mundobasket. Yo soy completamente pro-serbio en baloncesto y me fascinan especialmente Teodosic, Krstic, Velickovic y esa joya llamada Keselj, aparte del entrenador Ivkovic, clásico entre los clásicos. Turquía no me vuelve loco. La cosa parecía ir bien porque Serbia ganaba. Ganó durante 38 minutos, de hecho, con mayor o menor comodidad. En dos minutos lo tiraron todo a la basura, como hicieron contra España pero esta vez no hubo triple milagroso de Teodosic sino bandeja completamente solo de Tunçeri, que no es el tipo más rápido del mundo.

La cara que se te queda, madre.

A esa hora, Federer ya había ganado el primer set a Djokovic. El segundo lo perdió fácil. Ganó el tercero, se volvió a dejar llevar en el cuarto. Ya en el quinto set, las doce y pico de la noche -habíamos empezado a las dos de la tarde, recuerden, con Alonso-, falla una bola clara para ponerse 15-40 y tener punto para el 5-3 y saque. Gana su servicio y con 5-4 tiene dos bolas de partido para pasar a la final del US Open por séptimo año consecutivo. Contra Nadal, además. Djokovic gana las dos. Se podría decir que las perdió Roger, pero Novak fue mejor en esos puntos y, justo es decirlo, mucho más regular en todo el partido, a un nivel increíble que ni de coña repetirá hoy, agotado, contra el español. En el siguiente juego, Federer pierde su servicio. Si yo fuera su entrenador se lo haría notar: siempre pierde su servicio después de estar a punto de ganar el del rival y no conseguirlo. Cabeza. Mentalidad. Una bola de break para el serbio -al menos es serbio- y 6-5 con saque a favor.

Djokovic empieza con el rollo de "no siento las piernas, estoy muerto, no puedo moverme". 0-30. Tras dos fallos de Federer incomprensibles llega un acierto. 30-40, bola de break para llevar la semifinal al tie-break. Nada. Djokovic no está muerto, sí puede moverse y acaba llevándose el partido. Yo diría que merecidamente, pero con un punto cruel, excesivo: no es posible que en un mismo día todos mis favoritos pierdan. Uno se refugia en el deporte para olvidar que no sabe que hacer con su vida y el deporte se lo devuelve así, como los routers caprichosos de Enjuto.