Semana enloquecida. Demasiado enloquecida y bien harían todos mis médicos en reñirme: mi fisioterapeuta, mi naturópata, mi psiquiatra, mi psicóloga, mi acupuntor, mi masajista shiatsu, mi urólogo o incluso mi médico de cabecera, que para eso pasa consulta justo al lado del Búho Real. En fin, a ver si consigo acordarme... el lunes tenía fiesta en La Casa Encendida pero no fui. El martes hicimos el Fuera de Contexto. El miércoles... a ver, el miércoles fui a una fiesta de Mondadori en el Teatriz pero duré 40 minutos exactos. No conocía a nadie y tenía esa incómoda sensación de no querer conocer a nadie, más allá de los chicos de CulturaMas y Joaquín Reyes que pasaba por ahí.
Pronto, más noticias sobre Joaquín Reyes y su serie en Antena Neox. Seguiremos informando.
En fin, lejos, muy lejos de los ambientes literarios, que deberían ser mis ambientes. El deber. Jueves en el Barbú repasando la obra de Nacho Vigalondo, desde "Domingo" o "Una lección de cine" hasta "Marisa". Para saber cómo conocí a Nacho Vigalondo, pulse
uno o diga "Vigalondo". Si quiere saber más sobre su obra, con enlaces incluidos y entrevista personalizada pulse
dos o diga "Entrevistas". Nacho me saludó efusivamente al grito de "Bret Easton Ellis". Sospecho que ha olvidado mi nombre real.
Después de todo esto -y de los exámenes, y las correcciones, y los temas de las oposiciones en los vagones de Cercanías, incluso los partidos de finales de la NBA- el viernes me lanzo a un "doubleheader". Quizá no es la decisión más inteligente del mundo, pero la amistad está por encima de la salud, eso lo sabemos todos, y a las 10 ya pululaba por los alrededores del Café de La Palma, contando los números de las matrículas como hacía contigo, y esperando a que empezara el concierto de Molim, el grupo de mi gran amiga Marta Sánchez Pascual -pongo el segundo apellido porque si no la cosa llevaría a equívocos-. Si quieren saber la última vez que vi a Molim pulsen
tres o digan "Molim". Bien alto. Grítenlo por la ventana para que pueda oírlo.
La mejora ha sido brutal. Molim suena mucho más natural, más suelto, más divertido. Siguen siendo indies, por supuesto, con ese gusto Belle and Sebastian y la parte que a mí menos me gusta de los Pixies, pero es que Marta y yo discutíamos sobre los Pixies mucho antes de que Molim existiera, así que no vamos a ponernos de acuerdo ahora. A ella le gusta "Gigantic" y a mí me gusta "Hey" y eso es todo.
El concierto acabó a las 11 y yo me fui al Búho Real. Cumpleaños y concierto de Antonio Ferrer. Antonio es el chico de Melilla que atiende la barra del Búho entre semana. De las mejores personas que pueblan la noche madrileña. Cuando alguno de estos eventos suicidas acaban, a las 12 o a la 1, yo me paso por el Búho solo para hablar con Antonio y poner las cosas en orden. Él está acostumbrado a hacer de psicólogo. No es su obligación, desde luego, pero tampoco la vive como una obligación y eso se agradece. En fin, tocaban Antonio y Mario. De Antonio me encantó su versión de "Quédate en Madrid" y su capacidad para cambiar el tono de voz. De Mario me gustó su rollo Iván Ferreiro, o lo que al menos a mí me pareció "rollo Iván Ferreiro". Una canción no hace verano.
El problema fue el calor. No sé cuánto calor podía hacer ahí dentro, así que me limité a quedarme afuera. A medio camino entre el Búho y el ambulatorio, ahí sentado y hablando por el móvil. Una noche preciosa. Luego volví y me quedé exactamente otros 40 minutos.