lunes, junio 14, 2010

Barcelona confidencial

Estoy preparando un post sobre la estética. Algo que tiene un origen muy vago en un chico que canta a gritos "Domingo astromántico" en Nueva York, justo en la esquina de la 42 con Broadway, Times Square, neones gigantes anunciando el último combate de un filipino, una rubia auténtica presentando un programa de verano a las 9 de la mañana de un martes.

Algo sobre ese mismo chico mirando un vaso, hablándole a un vaso, el día de su cumpleaños mientras los demás siguen discutiendo sobre algo que de repente no tiene ningún sentido, toda la atención puesta en ese vaso, como intentando seducir a ese vaso, sonriéndole, girándolo, mientras "Audrey" de Los Piratas suena al volumen justo y yo te giro para verte y el humo te intoxica y sé que deseas hacerme cosas como nudos de cereza.

Y luego ese chico, en su pose de Serge Gainsbourg, o lo que sea (lo que sea) deja de pensar en el vaso y piensa en la chica, porque no hay chico sin chica, no en la estética, al menos, y se tiene que preguntar si pensar en la chica forma parte de la misma pose o no, porque las ciudades y los cristales no presentan grandes problemas pero a la gente se le debe un mínimo de respeto, o, mejor aún, un mínimo de constancia.

El chico se pregunta si eso, al fin y al cabo, no es ética y qué diferencia hay entre las dos cosas. Entre ética y estética, tendría que aclarar en ese post para que la gente no se perdiera. El chico lleva muchos años pensando en la diferencia entre ética y estética y ha escrito al menos dos libros sobre el tema porque todo es ficción y tiene la duda -no una duda alegre, sino más bien angustiosa, una duda de Jim Carrey en el Show de Truman- de si en el fondo no se pasará los veranos gritando canciones de Love of Lesbian en Times Square para poder diez meses después escribir en algún lado: "Yo cantaba a gritos "Domingo astromántico" en Nueva York, justo en la esquina de la 42 con Broadway, Times Square, neones gigantes anunciando el último combate de un filipino, una rubia auténtica presentando un programa de verano a las 9 de la mañana de un martes".

Cuidado con ese chico, en definitiva, porque ese chico, así planteada la cuestión, es un peligro.

O no tanto, porque tiene preguntas pero no tiene respuestas.

Antes pensaba que tenía respuestas pero ahora no, ahora sabe que preguntas como mucho y eso ya sería algo. Y algo es mucho mejor que la tristeza. Y la incertidumbre es una forma de esperanza. Vete a saber si después de siglos imitando lo que hacen nuestros padres ahora nos proponemos imitar las escenas que hemos visto en las películas. Padres hay dos y películas, millones, podemos acabar agotados...

En fin, todo esto es lo que estoy pensando para otro post, un post algo más elaborado y entretenido que este, que se va a limitar a felicitar a Sandro Rosell por su victoria en las elecciones del Barcelona y a recordar este maravilloso reportaje sobre el primer año de Laporta como presidente del club... con Rosell como vicepresidente. ¡Sandruscu, le decía!