Ante el miedo de que se confunda este blog con un periódico deportivo, incluyo esta entrada sobre fiestas, glamour, premios, actrices pibones y esas cosas de las que se compone mi vida en un día normal. Un miércoles, por ejemplo.
El caso es que, como Clark Kent, andaba yo en mi papel de gafotas profesor en Tres Cantos, modosito ante la pantalla del ordenador en la previa de un maratón de exámenes orales cuando recibí un mensaje de Karola Sánchez proponiéndome ser jurado de la final del Cortofunk. Creo que aquí hay que aclarar algunas cosas:
- El Cortofunk es un festival de cortos que ha tenido lugar durante los últimos meses, cada miércoles, en el Star Studio de la Plaza del Carmen.
"Do not disturb", nuestro corto, tuvo el honor de ser uno de los elegidos para participar, junto a otros 39.
- La final era una selección de siete cortos hecha por el público -nosotros somos más de la crítica, el público se nos ha dado siempre mal- entre los que había que elegir el ganador final de la primera edición del certamen.
- Karola Sánchez es una joven actriz que organiza el evento y ha conseguido llenar el sitio casi cada semana y además conseguir un listado final de lo más atractivo.
En fin, que después de la maratón y un aguacero espectacular, me planto en el Star Studio a ver cortos y deliberar, es decir, a seguir examinando. Yo pensé, por lo acelerado de su petición, que Karola no tenía a nadie más, como mucho a algún otro amigo del mundillo despistado. No era el caso. En el jurado éramos seis, entre ellos Sergio Pazos, un icono generacional por sus tiempos en "Caiga quien caiga" y, por qué no decirlo, en el muy noventero
"Tuttifrutti".
Los tópicos dicen que en los jurados hay lobbies, intereses ocultos, peleas constantes y que todo eso lo maquillan luego con un "el nivel es tan alto que nos ha costado mucho elegir". Salvo que el jurado sea
Joan Marsé, claro. En este caso, la mitad del tópico es cierta: no nos peleamos casi nada, nadie intentó imponer su opinión sobre los demás, todo acabó en un par de votaciones con un mismo ganador y desde luego el nivel de los cortos era muy alto, por encima de la media. El ganador fue "Las cinco muertes de Ibrahim Gonsález" pero bien pudo haber sido
"Te quiero" o "Ritmosis" o "Made in Japan" o "El loco" o "Anorexia" o "Todo lo que sube".
A mí me parece impresionante que en Madrid pueda haber al menos tres festivales de cortos funcionando a la vez en una misma semana: martes, Cortos con Eñe; miércoles, Cortofunk; jueves, Barbú Short Film Festival, y en los tres haya gente con ganas de hacer cosas, haya público y haya buenos cortos. Estar ahí ya es un mérito enorme. Ganar, en estas condiciones, es una exigencia deprimente.