Todo empezó aquí:
Una reunión en el Red Bar de Malasaña con los dos directores -Pedro y yo-, la ayudante de dirección, Helena Mayorga, el director de fotografía, Ricardo Cortés, la encargada de pre-producción, María José Moreno y la de post-producción, Álida Campo. Teníamos claro que queríamos contar una historia, que queríamos hacerlo cuanto antes y que queríamos rodearnos de chicas guapas. Esto último fue idea de Pedro.
Fue un mes de julio algo espantoso: peleas con el guión técnico, con el equipo de producción, dificultades para encontrar los actores correctos, el hotel correcto, el dinero para el equipo, la gestoría que nos llevara en el camino de la legalidad. Recuerdo una llamada a Arturo Ruiz que lo solucionó todo y solo a partir de ahí pudimos empezar a respirar. Elegimos a Guadalupe Lancho porque es una actriz sensacional y ya la conocíamos de su inmensa trayectoria, no sólo por ser de Salamanca. Jorge Mayor y Mila de la Cueva fueron dos regalos que llegaron tras horas de visionar videobooks, pruebas y hacer castings en Destino Teatro.
Rodábamos el primer fin de semana de agosto. Justo el viernes antes del rodaje, el equipo de producción decidió abandonar el barco, dejándonos en bragas. Nunca se lo agradeceré lo suficiente, fue todo un detalle. Menos mal que entre María Rivero, Fer Cabezas y Carmen Simón consiguieron que aquello no fuera un desastre y por lo menos tuviéramos algo de comer.
No sé si fue divertido, sé que fueron muchas horas y yo me sentía culpable y mientras los demás tomaban sus bocatas, Carmen me llevaba a farmacias para comprar analgésicos y ansiolíticos. Cuando miro ahora las fotos y recuerdo todo aquello sí me parece muy emocionante. Cómo trabajó todo el mundo y con qué intensidad. Si no, hubiera sido imposible: 28 horas en un día y medio. Yo, que vengo de otro mundo, lo pasaba fatal: había que acabar como fuera, no se podía hacer la pausa para comer, la gente se tiraba en los sofás, en las camas... Complicado.
Pero acabó bien.
Yo me fui a Estados Unidos un mes y luego volví algo desilusionado, y los premontajes no nos gustaban y lo fuimos dejando, dejando, dejando... hasta que de repente un día probamos una cosa y otro día probamos otra y conseguimos encontrar lo que fallaba y cómo resolverlo, y después de seis meses de montaje casi estancado, tuvimos un mes mágico, conseguimos recortar todo lo recortable, etalonar, mezclar el sonido y enviarlo a Medina del Campo.
Lo más emocionante de Medina del Campo no fue la proyección. Si he de ser sincero, la proyección no tuvo nada de emocionante. Yo pensé que todo aquello había servido la pena, semi-bancarrota incluida, cuando vi el catálogo y vi los nombres de todos los chicos del equipo, muchos de ellos amigos míos desde hace muchísimos años. Entonces sí me emocioné y pensé que eso quedaba para siempre.
Además, el corto funciona y a la gente le gusta y no creo que nadie nos pueda decir que hemos intentado hacer algo sin conseguirlo. Una comedia amable y de enredo. Bien contada. Punto.
Ayer, fue el estreno oficial. Me sentí muy desbordado. No sé si habría unas 60-70 personas en la planta baja del Costello. Puede que comparado con Muse eso no sea nada, pero yo no me comparo con Muse, yo me comparo con cero, y a partir de ahí cualquier cosa me abruma. Así que, bueno, fue algo precioso, de verdad. Toda esa gente ahí, un lunes por la noche, perdiendo su tiempo solo para estar con nosotros los diez minutos de nuestra pequeña criatura y diciendo todas esas cosas preciosas.
Y creo que contestar con "Gracias", sin más, es quedarse corto, pero el diccionario es lo que tiene.
Así que gracias.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
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