Atención. Spoiler.
¿Siguen ahí?
La primera vez que vi a David Pinillos fue en el Festival de Medina. Algunos lo recordarán, por si acaso, lean
esto. Tres años después, casi exactos, la escena se repite: el chico dice "te quiero" y la chica dice "gracias". A mí me parece un diálogo tan descomunal que no me importa que lo repita todas las veces que quiera. "Bon appetit" es el inicio de Pini en la dirección de largometrajes y mi final aquí en Málaga. En 15 minutos me espera Xenia Tostado en la Plaza de la Constitución y en unos 45 el AVE rumbo a Madrid.
Me jode irme, ahora que ya por fin...
Pero esto es así.
Además, esta noche es mi estreno y mi noche, ¿no? Ya está bien de compartir las noches de los demás.
No quiero adelantar demasiadas cosas de "Bon appetit". Simplemente, hay viajes romántico-suicidas, botellas de Ribera del Duero de 1986 y amores extraños en Zurich. Todo eso me suena demasiado como para no emocionarme. Además, David sabe emocionar. Qué cabrón. Yo no soy un tipo que se emocione fácilmente y menos en estos días en los que casi todo, honestamente, me da bastante igual. Más aún si el chico quiere a la chica o no o lo que sea.
Pero "Bon appetit"...
Incluso salía una canción de We Are Standard.
Puede que el cine de David sea aún demasiado adolescente. Es lo que se critica siempre de mi literatura, si es que puedo permitirme usar el término "mi literatura". Mientras veía la película pensaba en viajes a Valencia y novelas en tres partes. Mi segunda novela. Así, de repente. Estaba viendo a Unax Ugalde y a la chica preciosa de nombre impronunciable y vi claros los tres actos: introducción-nudo-desenlace. Solo que el desenlace será cualquier cosa menos eso. ¿Qué más da?
Será una novela muy dura. Tiene que ser muy, muy dura. Cruel. En todos los sentidos. Como que le digas a alguien "te quiero" y te diga "gracias" y no lo recuerdo muy bien pero juraría que a mí, eso, me ha pasado.