martes, marzo 09, 2010

Laura no está



La Chica Langosta se llamaba Laura. Era divertido. Yo llamaba a su casa y su hermano me decía "Laura no está" y no advertía mi sonrisa. Recuerdo los últimos años de los 90 como una época divertida y hasta cierto punto vitalista. Tiempos buenrollistas, con su puntito Estopa, inicios del chill-out, Moby, Weezer, Supergrass, Mambo Number Five, algo menos de gravedad en las formas... Tampoco puedo darles demasiada información al respecto porque siempre he tenido la sensación de que a mí la segunda mitad de la década me pilló en otro lado, no sabría decir dónde.

I didn´t belong there.

Me hizo gracia lo de NEK, para qué engañar a nadie. Incluso me gustaba la canción porque era rencorosa y a mí me encantan las canciones rencorosas incluso las traducidas del italiano con peinado a lo Sting en los 70 y que son capaces de incluir frases tan maravillosas como "lo mucho que me duele este dolor". Que, puestos a ser cursis, y nadie se lo hubiera echado en cara, podrían haber traducido "lo mucho que me duele el corazón", por ejemplo.

Yo me aprendí la letra en italiano. Desubicado, puede, pero pedante, siempre. En italiano era más rencorosa y tenía todo sentido. Me enamoré de la última frase, ya dicha con un cabreo mayúsculo -yo le pido a un cantante que se cabree, se lo exijo, una canción rencorosa debe estar acompañada por un cabreo notorio, algo así como Alanis Morrissette en "You oughtta know"-, aquel "... mi dispiace, mà non posso... Laura c´è, Laura c´è". Comparen esa rotundidad del "Lo siento, pero no puedo, Laura está, Laura está" con la flojeza casi insoportable de "los besos que Laura me robó". ¡Cómo que te los robó si estabas encantado de dárselos, muchacho!

Yo siempre quise besar a una Laura y me pasé años hasta que lo conseguí. Un nombre que me estuvo persiguiendo como una plaga de langostas durante demasiado tiempo, arrasando con todo el pasado. Miraba hacia atrás un momento y no veía nada, no quedaba nada, sólo Laura. La chica del nombre langosta. La Chica Langosta. Si hay un hombre en este mundo que entiende a NEK, señores, ese hombre soy yo. Debe de ser como enamorarse de una Matilde y ser lector de Borges.

En fin, a lo que iba, yo llamaba y Laura no estaba y fantaseaba con vidas paralelas llenas de rencor y algo de esperanza. Siempre, en cualquier situación, se me puede reconocer porque soy el que está buscando una salida. Luego llegó Tiziano Ferro, pero dudo mucho que se tratara de la misma década. Tiziano Ferro era más guapo pero considerablemente más blando. Sí es posible que fueran los tiempos de Lunapop y "Qualcosa di grande". El pop italiano molaba. Macarrillas horteras con Vespas. Estaba bien. Ellos sabían, al menos, que componer consiste básicamente en ajustar cuentas.