Detestaba "Contamíname" con todas mis fuerzas, pero escuchaba una y otra vez "El marido de la peluquera" y "Peter Pan". Esta última canción me parecía claramente generacional, todos esos niños negándose a crecer y llenos de rabia y melancolía. Luego descubrí que era, sin más, un retrato de algo que podría ser Libertad, 8, lo supiera Pedro Guerra o no.
Eran tiempos de cantautores, después de muchos años. Cantautores comprometidos como Ismael Serrano, románticos como el propio Guerra, extraños como Javier Álvarez y una mezcla de todo al estilo Tontxu. Supongo que el éxito de Rosana y Manolo Tena, pocos años antes, tuvo que ver en todo esto. La industria funciona por empujones y muchas veces es complicado determinar la fuerza de partida.
En cualquier caso, a mí los cantautores no me gustaban nada. Ni me emocionaban las historias de grises y persecuciones antifranquistas ni el Risk me pareció nunca un motivo de nostalgia ni entendí nada de lo que hacía Javier Álvarez, salvo la evidencia de que no quería estar ahí bajo ningún concepto. Posiblemente, fuera el que mejor me caía de todos.
Musicalmente, ya digo, me quedaba con Pedro Guerra. Escuché "Golosinas" unas cuantas veces, la mayoría en Moralzarzal. Debutar con un disco en directo me pareció una idea prodigiosa. El chico cantaba bien y era feo y yo siempre he tenido un extraño sentimiento de pertenencia con la fealdad, aunque solo sea porque dentro de la fealdad uno se siente cómodo: nadie espera nada de un feo. Me tranquilizaba. Algo parecido a lo que me pasó con Antonio Vega años antes. Tenían un punto tristón, pero no agobiaban, se limitaban a hacer compañía.
El segundo disco tenía una canción prodigiosa: "Debajo del puente". El resto me aburrió solemnemente o quizás el aburrido e inapetente era yo. Pedro Guerra paseaba por la Feria del Libro y hacía campaña por IU, que no dejaba de ser mi partido. Había afinidades estéticas muy obvias. Yo, por entonces, no sabía nada de Libertades ni de Búhos Reales ni de Zanzíbares. Mi primer concierto de ese tipo fue en 2001, que una amiga me llevó a ver a Bebe antes de ser Bebe.
Hay que entenderme: los chicos de la guitarrita se llevaban a las chicas con las que yo soñaba en el instituto y en la universidad, ¿tenía además que comprar sus discos? Hice un par de intentos muy baldíos: mi hermano lo intentó pero los dos nos desesperábamos. No tengo dedos para cejillas. Aprendí "Line up", de Elástica, "Father to a sister in thought", de Pavement y el principio del bajo de "Come as you are", de Nirvana. Ni Pablo Milanés, ni Silvio Rodríguez ni Joan Manuel Serrat. Así era imposible.
Si las chicas acababan por irse conmigo, desde luego no sería por la música, así que me dediqué a otras cosas. A muchas otras cosas. Un francotirador apuntando en todas las direcciones.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 5 horas