Suena el timbre y a las ocho décimas se abre la puerta y se oye el griterío. Tras la ventana, dos chicos con equipación verde y negra juegan a algo parecido al baloncesto. Esto es el IES Alameda de Osuna, donde se aloja la extensión de la EOI Ciudad Lineal. Es divertido, volver al instituto y que la gente se cuele en el aula a "buscar su estuche". Los chicos de secundaria tienen Junta de Evaluación, se acercan las vacaciones.
Sucesión de coincidencias: nos llamaron a ocho para todo Madrid y dos de ellos éramos M. y yo. M. fue mi novia un tiempo. Nosotros nos llamábamos novios aunque visto desde una distancia los dos estábamos de acuerdo en que tampoco fue para tanto. Nuestro último encuentro romántico tuvo lugar a unos metros de aquí, en casa de sus padres. Paso por delante con el 115 cada ida y cada vuelta. El video-club donde alquilamos "El club de la lucha" sigue ahí, indemne.
Sustituyo a una chica que se llama igual que la Chica Langosta. Mismo nombre, mismo apellido. No tiene ningún mérito. Mérito tendría llamarse exactamente igual que M., por ejemplo, pero las langostas es lo que tienen, que están por todas partes.
Mi aula tiene un ordenador personal y un cañón para poner vídeos de Nadal hablando inglés. Nadal es mi mayor activo pedagógico, una fuente sin fin de errores en inglés. Lo ideal para la autoestima de un estudiante. Nadal está reflejado en la pizarra y fuera se juega un partido entre chicos de verde -sospecho que son los locales- y chicos de naranja. El entrenador de los chicos de naranja se desespera y esgrime una pizarra con rotulador. Los niños tienen 11 años, aproximadamente. No lo hacen mal. De hecho, el equipo de verde mete su primera canasta avanzado el tercer cuarto.
Pero el entrenador... ah, el entrenador sigue pidiendo tiempos muertos y agitando su pizarra. No sé si le hacen caso. Los alumnos son encantadores, como casi siempre. Me gusta dar clase a gente así, lo reconozco. Hablan y bromean entre ellos y me miran como se mira al nuevo hasta que se les pasa y ya me miran como se mira a un profesor que te cae bien. O eso quiero pensar.
Luego, a las 9 pasadas, cojo el 115 de nuevo y atravieso un barrio y una carretera nacional y una infinita nostalgia. En Sol, cantan Pablo Ager y VaiVencida, la chica que se parece a Russian Red y canta como Zahara. Si cierras los ojos, es Zahara, y esto pretende ser un piropo. Algunos reencuentros y un gran cansancio, como es lógico. La mañana la pasé, casi entera, en la oficina del INEM, recopilando papeles de la letra A y la C, por si acaso.
INEM + Portal del Escritor + Reseña de Jordi Carrión + Barajas + Nostalgias y Casualidades + Chica que se parece a Zahara + Excelentes Noticias = Cansancio Extremo, entiéndanme.
Y al día siguiente, como suele suceder, la cosa no ha mejorado.
El día siguiente, como suele suceder, es hoy.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 5 horas