Hay poca gente en el concierto de The Killers. Poca al principio, me refiero. Tan poca, que conseguimos un sitio junto a Arturo Paniagua relativamente cerca del escenario. A unos cien metros, vamos, que para ser el FIB no está mal. ¿Por qué hay poca gente si es el concierto más esperado del fin de semana? La organización ha decidido adelantarlo tres cuartos de hora tras petición del grupo.
¿Han avisado a alguien?
Pues no. Un cartelito en las pantallas justo antes de empezar y punto. Las ventajas de la prensa en determinadas cosas. El concierto es brutal, parecido al de Madrid, pero brutal. Yo me dedico a llamar a media España y despertarles de sus sueños y Brandon Flowers va sobre seguro: empiezan con "Human", la tercera es "Somebody told me" -
Heaven ain´t close in a place like this- , desgranan "Day and Age" y acaban a lo bestia con "Read my mind", "Mr. Brightside" y "All these things I´ve done". De bises, "Bones", "For reasons unknown" y "When you were young" como última canción.
Miren cómo se veían las cosas desde lo alto de mis hombros. Miren cómo las veía ella:
Pequeño bajón post-concierto. Por la adrenalina, por el hambre, por cierta borrachera no voy a negárselo, por la falta de sueño, por el partido de la mañana, por los conciertos acumulados pese al fuego y el viento -apunten, desde el jueves: The Bishops, The View, Oasis, Glasvegas, We Are Standard, No Reply, La Bien Querida, Gang of Four, Anni B. Sweet, Los Coronas, Nudozurdo, Nacho Vegas, Paul Weller, Maximo Park, Franz Ferdinand, Calexico, David Kitt, TV on the Radio, The Psychedelic Furs, Los Planetas y los citados Killers... a mí a calidad me gana mucha gente, pero a cantidad, no tanta- y por la melancolía de la retirada.
Yo nunca pensé que iría al FIB. Nunca. Mis amigos iban cuando yo tenía 18-19-20 años y me parecía algo lejanísimo en indeseable. A los 32, desde luego, había perdido toda esperanza. Y no ha sido tan terrible. Y he ido a la playa y me he bañado y he visto a las chicas más guapas del mundo (miren abajo)...
... y el último concierto es el de Rinocerose y es un concierto divertidísimo, una despedida perfecta, llena de baile, ahí con Christian, con Arturo, con Tali, con César, en nuestro rincón junto a la grada, tirando fotos todo el rato, algunas mejores, otras peores, como todo en la vida. Al final del final, un vals, dos valses. 30.000 ingleses bailando enloquecidos y aplaudiendo no se sabe bien a qué. DJs pinchando junto a las carpas de moda y tendencias. El adiós, el terrible adiós y el camino de las 5 de la mañana a un sitio donde no sabes si volverás (la Chica Portada dice que no, yo digo que quizás).
A la vuelta, lo que queda de nosotros pasa por un pueblo que se llama Loriguilla. A ella le hace mucha gracia. Yo me emociono cada vez que paso por Iniesta. La prensa silencia absurdamente mi gloriosa actuación en el partido de ayer. No se merecían que parara ni un tiro. Por eso no lo hice.