lunes, julio 13, 2009

Brüno



Atención, esta crítica contiene al menos un spoiler
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Con Sacha Baron Cohen se cumple aquello de la burla democrática. Efectivamente, consigue meterse con todos y reírse de todos y probablemente todos se sientan ofendidos. Eso tiene un mérito enorme, porque generalmente lo que "mola" es meterse solo con algunos y agradar o al menos no provocar al resto.

Pero no.

Después de "Borat", que ya era una sucesión de incorrecciones políticas bastante apreciable, "Brüno" incluye en sus noventa minutos bromas sobre nazis, judíos cremados, musulmanes, palestinos, pastores evangelistas, negros, homosexuales, fans de la lucha libre... Toca absolutamente todos los palos, y es difícil decirle: "¿Por qué no te atreves con...?" cuando incluso llega a entrevistarse con el jefe de los Mártires de Al-Aqsa y le pide que le secuestre porque quiere ser secuestrado por los mejores y Al Qaeda es "so 2001"...

En realidad, todo es disparatado. Baron Cohen coge la figura de un modelo austriaco para meterse con el mundo del diseño y la moda y después dirigirlo a la fama. Ni siquiera hay una reflexión sólida acerca de qué es la fama ni parece interesarle al británico. Simplemente es un chiste detrás de otro, una sucesión de gags al estilo de "To er mundo e güeno" pero sin saber cuándo estamos ante cámara oculta y cuándo estamos con una escena guionizada.

Uno tiende a pensar que casi siempre es el segundo caso, pero que eso no le quita validez a la película. Al revés, el guión -espontáneo o no- es enorme, y Baron Cohen actúa de manera soberbia. El personaje lo ha inventado él, de acuerdo, pero no deja de ser un personaje, y lo clava.

Puede que no todo el mundo comparta un sentido del humor algo zafio pero a la vez tremendamente inteligente e irónico. Mucho más inteligente e irónico que la mayoría de los programas que pretenden serlo. Es un humor muy televisivo, de hecho. Podría ser El Follonero, por poner un ejemplo.

A veces, llevándolo al extremo, uno se pregunta si Baron Cohen no es una extensión de lo que los Monty Python hubieran hecho si hubieran sacado su humor de los platós y los teatros y lo hubieran llevado al "happening". Todo lo que en Borat era sutilmente brutal aquí es descaradamente brutal y mucho más absurdo (aún).

Me pasé la película riéndome a carcajadas y repitiendo en voz alta "No me lo puedo creer", creo que el de delante acabó algo molesto con la situación. Por otro lado, reconozco que una hora y media de personaje absurdo puede acabar cansando y que al final determinadas situaciones sí que te las crees, incluso te las esperas.

Lo cual tampoco es tan importante porque, al fin y al cabo, es al final.