El jueves llama Lara desde la playa de Zurriola, en San Sebastián. Bueno, primero manda un MMS con Pucho en unas pantallas gigantes, luego es cuando llama directamente para poner "Copenhague" entera. A mucha gente le encanta "Copenhague", tanta gente que fue elegida en la web de Radio3 una de las mejores canciones españolas indies de la historia. Obviamente, aquello era una exageración, pero medía bastante bien el fenómeno.
El viernes llama la Chica Portada desde Alburquerque. Yo sabía que Vetusta tocaba en el Contempopránea, pero difícil suponer que les iban a programar solo 24 horas después de tocar en San Sebastián, que es una enorme paliza. Me llama al principio, en "Autocrítica" y a mí se me sigue poniendo la piel de gallina. Me llama al poco rato -supongo que la tercera canción- con "Un día en el mundo" y yo, sin ningún rubor, canto por la calle Almendro con el móvil en la mano. Me llama finalmente con "Valiente" y yo le canturreo a Jimena con elegancia: "bailando hasta el apagón, disculpad mi osadía".
Vetusta Morla ha conseguido con un solo disco ser un grupo de diversos clásicos. Ya lo he dicho: los hay que adoran "Copenhague", los hay que adoran "Valiente". Yo soy de "Autocrítica", "La cuadratura del círculo" y "Al respirar" -en el viaje a Benicassim pudimos comprobar que la canción era sorprendentemente parecida a otra de Radiohead... pero mejor-.
También ha conseguido ser un grupo detestado. Los hay que no pueden con Vetusta Morla, que les parecen artificiales, presuntuosos, pedantes en sus letras. Que están hartos de verlos "hasta en la sopa", como si fueran los Canto del Loco de la escena independiente o como si no fueran independientes en absoluto. ¿Por qué a todos tendría que gustarnos lo mismo? Cuando un grupo empieza a tener detractores es cuando empieza a transmitir de verdad más allá de su círculo de fanáticos y se supone que eso es lo que pretendemos todos: transmitir, comunicar, buscar reacciones...
Yo sigo entre los fanáticos. Por supuesto, hay razones subjetivas y personales que me invitan al cariño a Vetusta Morla y a sus conciertos, pero esas razones subjetivas llegaron después de las objetivas, es decir, llegaron después de escuchar el disco mil veces y de quedarme fascinado por su directo y de aprenderme todas las letras de los chicos. Primero llegó Vetusta Morla y luego llegaste tú, por ponerlo de alguna manera.
Y no me importa compartir, claro. No me importa que el Facebook se llene de mensajes con letras suyas ni que lo que era un regalito para unos cuantos sea poco a poco un producto de masas. Al contrario. Me emociona, también. Me emociona que se lo curraran todo ellos, que cuiden tanto su música y todo lo que les rodea, de manera que puedan hacer, con la ayuda de Álvaro y Nacho, por supuesto, vídeos tan bonitos como el de abajo, una especie de auto-homenaje pero también homenaje a su público y me emociona que se sigan emocionando al repasar todo esto.
Todo esto fueron 10 años dándose contra un muro, recuerden. Y ahora el dique se ha roto y el agua amenaza con arrasarlo todo. Disculpad su osadía.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 3 horas