lunes, septiembre 22, 2008

El patio de mi cárcel



"Brubaker" ha hecho mucho daño al cine mundial. Por supuesto, la culpa de todo no es de Robert Redford, pero la sucesión de películas que se han hecho posteriormente sobre el valiente y comprometido director/alcaide/funcionario que consigue sacar lo mejor de los reclusos frente al inmisericorde sistema que los mantiene como animales sin derechos resulta un poco excesiva.

"El patio de mi cárcel" repite modelos y tópicos: las reclusas son humanas, las funcionarias -menos una- son inhumanas. La sociedad es la culpable. Las presas no son en realidad sino víctimas de enfermedades sociales: droga, maltrato, ambición... No voy a entrar en el debate de si eso es cierto o no, me limitaré a constatar que, con el tiempo, se ha convertido en un tópico y que la exageración nunca es buena.

Por supuesto, y siguiendo con lo del post anterior, hay muchísimo sufrimiento. Toneladas de sufrimiento e incomprensión e intentos baldíos por salir adelante... Ahora bien, "El patio de mi cárcel" no es una mala película. No me lo pareció y ya digo que no es mi tipo de cine favorito. Por ejemplo, esa cosa infumable llamada "Horas de luz" es mucho peor y mucho más burda.

La película de Belén Macías es mucho más fresca. Algunos diálogos son brillantes y además se centra en el mundo de las prisiones femeninas a lo bestia, sin cortarse un pelo. En ese sentido, es valiente. De acuerdo que la mayoría de las reclusas son casi benditas, pero bueno, Paul Newman y sus colegas de "La forja de un rebelde" también eran tela y aparecían como luchadores contra la represión...

La sexualidad dentro del centro penitenciario se trata con una naturalidad que es de agradecer, las peleas no parecen forzadas, las relaciones entre ellas son creíbles... Verónica Echegui está soberbia de principio a fin. Candela Peña no me gustó tanto, pero porque su personaje es TAN bueno, TAN desinteresado, TAN humano, que apenas hay contradicción ni interés. Algunas de las subtramas resultan realmente interesantes y aunque siguen sobrando explicaciones -la gran lacra del cine español-, al menos hay partes que se presentan con suficiente sutileza.

En fin, una película más de "yo contra el mundo " o "nosotras contra el mundo", con los límites y las virtudes de ese género. Bien dirigida, bien interpretada (mención necesaria a la guapísima Natalia Mateo casi irreconocible en el filme). Algo plana en ocasiones. No muy larga.

En el polo opuesto encontramos "Tony Manero", donde todo es sutileza y falta de explicación hasta un punto exasperante. Es una de las películas más lentas que he visto jamás y sin embargo no deja de ser fascinante. Por momentos, recuerda a "Las horas del día", de Jaime Rosales. La película es chilena, la represión de Pinochet aparece, pero de una manera tremendamente lateral, para espectadores inteligentes. Los personajes son fantásticos y enloquecedores. A menudo parece una obra de teatro de Beckett aquello.

No es que sea una gran película, igual que la de Macías no es una mala película, pero desde luego es diferente y turbadora. Aunque a determinadas horas -las 23,30, el tedio, el torpor...- cuesta conservar el entusiasmo.