Bien, este es mi primer día como desempleado. Eso quiere decir que ayer fue mi último día en Lolita Peliculitas, después de cinco meses en los que he podido compartir trabajo con unos compañeros maravillosos, unos cortometrajistas llenos de talento y he visto cómo se lucha por sacar una pequeña empresa adelante sin escatimar esfuerzos.
Aparte de eso, por supuesto,
Medina del Campo,
Segovia y
Cinema Jove.
Así que sé que es una decisión arriesgada, porque además he doblado el salto mortal renunciando a un paro que se me quedaba algo corto comparado con el trabajo de estos dos años, pero volveré a escribir y a estudiar, que es lo que cuenta si uno quiere planificar de verdad un futuro feliz. La semana que viene, San Sebastián, de nuevo, precisamente donde conocí a Mar hace un año. Después, darlo todo por el libro, confiar en que éste me devuelva algo -un poquito, nada más- de dinero y pueda ir tirando hasta enero, marzo, mayo, junio...
Porque mi vida podría ser maravillosa, claro. Sólo tengo que aprobar un examen en julio y tener un libro magnífico de relatos escrito para septiembre. Con su prólogo, claro. Su prólogo y un editor probablemente vengan a ser lo mismo.
Y, mientras tanto, angustia. Inseguridad, contar los euros a cada minuto. Vida de chico bohemio que ya no tiene edad para andar con juegos. Pero las cartas de David Testal dijeron que todo iba a ir bien y me aferro a eso, a la quiromancia, como si fuera una ciencia exacta.