En tres días, me voy para San Sebastián. Será mi quinta edición del Festival de Cine, cuarta como acreditado. Por supuesto, para mí, San Sebastián es mucho más que cine, sobre todo después de la que se montó el año pasado -Nacho Vigalondo, Koldo Serra, Daniel Sánchez Arévalo, Roger Gual, Alex Brendemühl, Mar Muro...- pero sobre todo es cine, que nadie se equivoque.
Hay Bataplán y hay María Cristina, pero también hay unas 30 películas que ver en ocho días.
Este año parto con algunas dudas. Los ciclos no me resultan demasiado llamativos -Henry King, Phillip Garrel y cine escandinavo contemporáneo- y las películas a sección oficial y Zabaltegi me resultan totalmente desconocidas, excepto las de David Cronenberg e Icíar Bollaín, que se proyectan justo el día antes de que yo llegue...
Otros años ha sido parecido y el nivel luego ha estado muy bien. Por ejemplo, siempre nos quedará el cine latinoamericano y algunas cosas de cine español. No ha sido un gran año de cine español, por otro lado, pero bueno. Por lo que veo en las sinopsis tengo miedo de que volvamos a una seriedad y un politiqueo que no existió el año pasado.
El año pasado hubo muchas comedias y muy inteligentes. Un cine rápido pero de calidad. Este año parece que volvemos a las películas largas y serias, sobre desaparecidos y guerras sucias y mucha doctrina. Espero que sea sólo una sensación, una tirita que se pone uno antes de la herida, por si acaso.
Supongo que ya saben que se lo contaré todo aquí, como el año pasado. Aquí y
allí, claro. Estén atentos.